Este domingo, 22 de enero, celebramos la Infancia Misionera, una obra del Papa que promueve la ayuda recíproca entre los niños del mundo. Esta institución de la Iglesia forma una red de solidaridad universal cuyos principales protagonistas son los niños.
Nació en 1843 en Francia, cuando monseñor Forbin Janson recurrió a los niños de su diócesis -en vez de a grandes benefactores- para ayudar a los niños necesitados en China. Desde entonces defiende la dignidad y la aportación de los niños a la sociedad y a la Iglesia.
Busca dos objetivos: “educar en la fe y solidaridad misionera, y enseñar a los niños a seguir a Jesús y a ayudar a otros niños del mundo” y “encauzar las aportaciones de estos niños, que sostienen proyectos de ayuda a la infancia en los Territorios de Misión”.
El lema de la Jornada de este año es “Sígueme”. En unidad con la campaña del Domund -“Sal de tu tierra”-, se subraya que Jesús también llama a los niños para seguirle en su vida diaria. Como ellos, los misioneros actuales también fueron niños, con sus sueños y proyectos. Una llamada de Jesús a seguirle lo cambió todo, y les hizo cumplir de otra forma estos deseos. Por eso hay que trabajar con los niños de hoy para que en un futuro estén preparados para decir sí a la llamada de Jesús.
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