El 22 de julio de 1554, predicaba San Juan de Ávila en el monasterio de Santa Clara, en Montilla (Córdoba). La razón del sermón era la toma de velo de la Condesa de Feria... y decidió reflexionar sobre la vida de Santa Marta y su hermana la Magdalena.
En Montilla la conversación en las casas, bares y bailes, era la decisión de la Condesa, que abandona su palacio y sus riquezas, ingresando en el monasterio de Santa Clara. Religiosas que vivían la pobreza al estilo de San Francisco de Asís. San Juan de Ávila, fiel a su estilo, trata de responder a los interrogantes de la gente de la calle.
“Dicen algunos -escribe el santo- que para qué se encierra la Condesa de Feria en un monasterio; ¿qué le faltaba acá fuera para servir a Dios, para qué era la monjía? ¿Sabéis a qué entra en el monasterio? A fregar, si se lo mandaren; a barrer, si le pareciera a su prelada; a cocinar, si fuere menester; a abajarse, a ser esclava de las otras y a besar la tierra que las otras huella. ¿Pues tan alto es eso que por ello se haga, una mudanza tan grande? ¡Debéis espantaros!” Y cita el texto del evangelio donde se habla del “tesoro escondido en el campo... y vende su hacienda y compra aquel campo”.
¿No les recuerda este discurrir de San Juan de Ávila, al “también entre los pucheros anda Dios” de Santa Teresa? La Santa quería consolar a una monja lega que -mientras la Comunidad en el Coro rezaba y cantaba al Señor- estaba en la cocina preparando la comida.
Barrer, cocinar, fregar y lavar la ropa de la Comunidad... En otro sermón, el 25 de noviembre en honor a santa Catalina, dirá: “Viendo a su Señor abajarse a servir a los criados, ¿quién no lo servirá?¿pues cómo tu afrentas de servir a tus prójimos por Jesucristo que sirvió a todos por ti?”
Pobreza de espíritu y pobreza en lo material. Predica el santo: “¿Qué cosa más vergonzosa que tener nombre de pobres y ser propietarios de nuestro corazón, tener nombre de obedientes y estar enteros en nuestra voluntad?”.
Germán García Ferreras
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