Aquí todo el mundo sabe que “algo nos pasa”, que las cosas
no van bien, que los puestos de trabajo andan escasos, que somos más pobres que
ayer y, por lo que nos dicen, menos que mañana. O sea, que el problema va para
largo. Algo marcha mal. Se ha estropeado la economía, y la máquina no funciona.
¿Sólo se ha estropeado la economía? Se nos han estropeado tantas cosas...
La incertidumbre, el desconocimiento de lo que el euro será mañana, nos produce insomnio. ¿Recuerdan ustedes qué felices nos las prometían allá cuando el cambio de moneda? Una Europa unida, una misma moneda, “las fronteras ya no existen”. Nos hicieron creer que todo sería Jauja. Pero algo, por lo visto, se ha torcido.
¿Sólo se ha estropeado la economía? Se nos han estropeado tantas cosas...
La incertidumbre, el desconocimiento de lo que el euro será mañana, nos produce insomnio. ¿Recuerdan ustedes qué felices nos las prometían allá cuando el cambio de moneda? Una Europa unida, una misma moneda, “las fronteras ya no existen”. Nos hicieron creer que todo sería Jauja. Pero algo, por lo visto, se ha torcido.
Un día, como cualquier otro, usted se despierta. Salta con
ímpetu de la cama, y se da cuenta de que “algo le pasa”. Se le ha puesto a
usted un dolorcillo en el costado izquierdo. Al principio, usted no se alarmó.
Pero como el dolor persiste, decide ir al médico. El médico le remite al
analista. Y el analista, otra vez al médico. Por fin le aconsejan un
especialista; hay que descartar preocupaciones mayores. Entre tanto, le tienen
esperando mucho tiempo, hasta que le dan un diagnóstico. El diagnóstico es que
no lo tienen claro. Y usted sigue con el dolorcillo, funcionando a medio gas y
con una duda grande dentro del cuerpo. Pero la duda (ya se sabe) nunca nos deja
tranquilos. “La duda mata” -decían los antiguos. “¿Qué será de mí?” -se
pregunta usted con los papeles de los análisis en la mano. Eso mismo se
pregunta, hoy, mucha gente: “¿Qué será de nosotros?”
Abres los periódicos, conectas la tele, escuchas la radio; pero no te sacan de apuros. Ellos tampoco saben bien “lo que pasa”. Mientras tanto, los políticos a lo suyo. Lo suyo son las campañas y las elecciones que vienen. Pero los políticos tampoco tienen recetas, excepto las tijeras de los recortes. ¿Y los economistas? Para mí que andan desbordados. Y entre tanto, Europa, agrietándose. O sea, que de unidad, poco. ¿Será también una entelequia lo de las siglas UE?
Una cosa parece clara: que “lo que nos pasa” tal vez hubiera sido menos grave, si, en vez de mirar para otro lado y negarlo, lo hubiéramos cogido a tiempo. La bolsa, según dicen, es el termómetro económico. Si sube la fiebre, la bolsa baja. Y si hay algo de mejoría, la bolsa sube. Pero esto también es un lío, porque la bolsa, en el corto tiempo de una semana, puede hacer de todo: subir, bajar, y hasta estancarse. Así que, ¿para dónde miramos?
Miremos al deporte, que siempre sube. O está alto. El fútbol tiene equipos campeonísimos. Además, Pau Gasol sigue encestando (¡y con qué puntería!). Y Rafa Nadal aguanta. Así que todos contentos. A ver si entre tanto se va pasando aquello que nos pasa.
Abres los periódicos, conectas la tele, escuchas la radio; pero no te sacan de apuros. Ellos tampoco saben bien “lo que pasa”. Mientras tanto, los políticos a lo suyo. Lo suyo son las campañas y las elecciones que vienen. Pero los políticos tampoco tienen recetas, excepto las tijeras de los recortes. ¿Y los economistas? Para mí que andan desbordados. Y entre tanto, Europa, agrietándose. O sea, que de unidad, poco. ¿Será también una entelequia lo de las siglas UE?
Una cosa parece clara: que “lo que nos pasa” tal vez hubiera sido menos grave, si, en vez de mirar para otro lado y negarlo, lo hubiéramos cogido a tiempo. La bolsa, según dicen, es el termómetro económico. Si sube la fiebre, la bolsa baja. Y si hay algo de mejoría, la bolsa sube. Pero esto también es un lío, porque la bolsa, en el corto tiempo de una semana, puede hacer de todo: subir, bajar, y hasta estancarse. Así que, ¿para dónde miramos?
Miremos al deporte, que siempre sube. O está alto. El fútbol tiene equipos campeonísimos. Además, Pau Gasol sigue encestando (¡y con qué puntería!). Y Rafa Nadal aguanta. Así que todos contentos. A ver si entre tanto se va pasando aquello que nos pasa.
Eduardo de la Hera
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