viernes, 1 de marzo de 2013

En puertas de la Semana Santa

Ya queda poco para que nos veamos inmersos en la celebración de la Semana Santa. Toda la Diócesis se está preparando para conmemorar en los días venideros a vivir «los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén».

Nos vamos aproximando a esa puerta de la Semana Santa. Contamos con las magníficas representaciones plásticas de las escenas de la pasión y muerte del Señor que ha generado desde tiempo inmemorial el pueblo palentino... Y con el trabajo -muchas veces silencioso- de una multitud de pequeñas Cofradías Penitenciales que -desde la capital hasta el pueblo más pequeño- se empeñan en conservar la herencia de fe y piedad popular recibida de nuestros mayores.

Un capítulo muy especial de esta preparación para la Semana Santa se vivió, el pasado sábado 2 de febrero, con la Peregrinación Diocesana a la Catedral de las Hermandades y Cofradías Penitenciales con motivo del Año de la Fe y el posterior Vía Crucis Extraordinario.

Cientos de personas pudieron  seguir en este Vía Crucis -en ambiente de silencio, recogimiento y oración- el relato de la Pasión y muerte de Jesucristo, escenificado con 16 pasos pertenecientes a las nueve Cofradías Penitenciales de la capital palentina. Todo ello conformó un Pórtico Litúrgico-religioso, que nuestro Obispo quisiera que se institucionalizase para los años venideros.

La liturgia y la piedad popular

Para una correcta vivencia religiosa de la Semana Santa, no debe de haber entre la liturgia y la piedad popular una contraposición y mucho menos una disyuntiva. Entre los actos litúrgicos que se celebran en las parroquias y templos de toda la Iglesia durante la Semana Santa... y todas las manifestaciones de piedad popular que se celebran durante estos días.





Al contrario, «el amor y el cuidado de las manifestaciones de piedad tradicionalmente estimadas por el pueblo debe llevar necesariamente a valorar las acciones litúrgicas, sostenidas ciertamente por los actos de la piedad popular». La liturgia y la piedad popular son dos expresiones legítimas del culto cristiano. No se deben oponer, ni equiparar, pero sí armonizar.

Es recomendable que las manifestaciones de la piedad popular no aparezcan ante los fieles, ni por la hora ni por el modo de convocatoria, como sucedáneo de las celebraciones litúrgicas. Y, por lo tanto, al planificar pastoralmente la Semana Santa se deberá conceder el primer lugar y el máximo relieve a la celebración litúrgica, y se deberá explicar a los fieles que ningún ejercicio de piedad debe sustituir a estas celebraciónes. Y esto es porque lo que en los actos de la piedad popular se representa plásticamente, en la liturgia acaece realmente. Lo que en aquella es imagen, aquí es realidad. Lo que en la primera es contemplación y sentimiento, en la segunda es participación y comunión con Cristo, que nos otorga la nueva vida de la gracia.

Esta primacía de la liturgia no quiere decir minusvaloración y mucho menos menosprecio de la piedad popular. Y sobre todo, como es el caso de las procesiones de Palencia, donde se da tanto fervor, tanto amor y tanta devoción a los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es deber de todos buscar la armonización entre liturgia y piedad popular, celebraciones en las parroquias y procesiones por nuestras calles.

El conjunto de todos estos actos constituye una piadosa movilización del pueblo cristiano. Una movilización que, como espectadores o como participantes en las procesiones, se transmite de padres a hijos, desde mucho tiempo atrás.

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