En su alocución de la Fiesta de la Sagrada Familia, el Papa Francisco invitó a reflexionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús, mientras crecen juntos como familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios. «La expresión de esta confianza -afirmó el Pontífice- es el rito realizado por María y José con la ofrenda del hijo Jesús a Dios: “Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” (Lc 2, 22), como exigía la ley de Moisés. Los padres de Jesús van al templo para confirmar que el hijo pertenece a Dios y que ellos son custodios de su vida y no los propietarios».
Este gesto, precisó el Papa, indica que solamente Dios es el Señor de la historia individual y familiar; y que todo nos viene de Él y por ello, toda familia está llamada a reconocer tal primacía, cuidando y educando a los hijos a abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida. «Por aquí pasa el secreto de la juventud interior, testimoniado paradójicamente en el Evangelio - señaló el Santo Padre- por una pareja de ancianos, Simeón y Ana. El viejo Simeón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo dice a propósito del niño Jesús: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción [...] así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos” (vv. 34-35)».
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