En su catequesis de la Audiencia General del segundo miércoles de noviembre el Papa Francisco propuso un nuevo ciclo de reflexiones centradas en el “corazón” de la Iglesia, en la Eucaristía. Y explicó que es fundamental para los cristianos conocer el valor de la Santa Misa, a fin de vivir cada vez más plenamente nuestra relación con Dios.
El Papa afirmó que no podemos olvidar al gran número de cristianos que, a lo largo de la historia, han resistido hasta la muerte para defender la Eucaristía; a la vez que tantos hoy, arriesgan su vida al participar en la Misa dominical.
Después de remontarse al lejano año 304 -durante las persecuciones de Diocleciano- para recordar la respuesta de un grupo de cristianos -arrestados por haber sido sorprendidos mientras celebraban la Misa- quienes habían declarado: «Sin el domingo no podemos vivir»; el Papa explicó que esto significa que «si no podemos celebrar la Eucaristía, no podemos vivir», o que «nuestra vida cristiana moriría».
Este testimonio «nos interpela a todos pidiéndonos una respuesta acerca del significado que tiene, para cada uno de nosotros, el hecho de participar en el Sacrificio de la Misa y acercarnos a la Mesa del Señor».
De ahí las preguntas que formuló el Papa: «¿Estamos buscando aquella fuente de la que brota el agua viva para la vida eterna; que hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de agradecimiento y hace de nosotros un solo cuerpo en Cristo?»
«Éste -respondió- es el sentido más profundo de la Santa Eucaristía, que significa “agradecimiento”. Sí, agradecimiento a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos implica y nos transforma en su comunión de amor».
El Papa Francisco afirmó que en sus próximas catequesis dará respuesta a algunas preguntas importantes sobre la Eucaristía y la Misa, para redescubrir, o incluso descubrir, cómo a través de este misterio de la fe resplandece el amor de Dios.
Tras aludir al Concilio Ecuménico Vaticano II concluyó afirmando que los Padres conciliares subrayaron que la formación litúrgica de los fieles es indispensable para la verdadera renovación. «Y es precisamente también ésta -dijo textualmente- la finalidad del ciclo de catequesis que hoy comenzamos: crecer en el conocimiento del gran don que Dios nos ha dado en la Eucaristía».
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