¡Qué palabra tan bonita, tan humana y mucho más cristiana! ¿Cuántas veces leería Víctor los primeros versículos del capítulo 9 de San Lucas, el evangelista? Dicen así: «Jesús, habiendo convocado a los doce, les dio poder y autoridad sobre los demonios y también para curar enfermedades; y les envió a predicar el reino de Dios y a sanar enfermos». Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforjas, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos túnicas. En la casa en que entréis, quedaos hasta vuestra partida. Y donde no os reciban, salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Salieron, pues, y recorrieron las aldeas, anunciando la buena nueva y curando enfermos.
Y si Víctor leía continuamente los escritos de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, mucho más leía los evangelios, pues lo que él quería era ser otro Cristo y ser fiel discípulo suyo anunciando su Mensaje.
¡Enfermero! No sólo cuando gozaba de salud, si no también cuando ya era víctima de duras enfermedades. No sólo recorriendo los pueblos vecinos de Velillas del Duque, si no también en los hospitales de Madrid, perteneciendo a la Congregación de San Felipe Neri.
¡Enfermero! Con una preparación extraordinaria en el espíritu y en el tratamiento humano. Que para el cristiano, ser enfermero es una obligación gozosa, como ser misionero. Nuestra fe cristiana tiene esas dos exigencias como respuesta a las palabras de Jesús: «Tuve hambre, estuve enfermo y necesitaba agua para beber».
¡Enfermero! Que sabe tratar con amor y gran delicadeza. Sonriendo y siempre acudiendo a las necesidades del que sufre en el cuerpo y en el espíritu.
Acompañado de su amigo Daniel Colorado, se ponían el hábito y recorrían los hospitales de Madrid, sobre todo el Gregorio Marañón. Nos cuenta su esposa: “Viviendo en Velillas del Duque, fuimos un día al pueblo donde él había nacido, Quintanadiez de la Vega; y al llegar a su pueblo se enteró que había un vecino que se estaba muriendo, que años antes había sido muy amigo suyo. Fue a visitarlo y a charlar con él, pues no era muy practicante como cristiano. Pidió le dejaran a solas con él y después de un rato salió de la habitación. ¿Conclusión? Que pidió la confesión, comulgó y recibió la Unción de Enfermos”.
Durante varios años perteneció a la Congregación de San Felipe Neri. Tenían como apostolado la visita a los enfermos en los hospitales o en las casas. Fue director de la Congregación y en un Congreso en Zaragoza les habló dándoles unas conferencias.
Tenemos cantidad y cantidad de anécdotas de Víctor con relación a su apostolado con los enfermos. ¿Terminamos con un interrogante? ¿Cómo trato a los enfermos de mi familia, de mis amigos y a los enfermos que están solos en los hospitales? Porque, por desgracia, hay muchos enfermos en los hospitales que no tienen familia o está muy lejos, incluso en el extranjero. ¿Llega ahí mi apostolado como enfermero, como cristiano? ¿Leo el evangelio de San Lucas capítulo 9 y otros?
Germán García Ferreras
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