- Hch 2, 14. 22-33 No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio
- Sal 15 Señor, me enseñarás el sendero de la vida
- 1 Pe1, 17-21 Fuisteis liberados con una sangre preciosa, como la de un cordero sin mancha, Cristo
- Lc 24, 13-35 Lo reconocieron al partir el pan
El domingo, el primer día de la semana, es el día de nuestro encuentro con Cristo resucitado en la Eucaristía como aquellos dos discípulos de Emaús; pero no hubieran podido reconocerle en la “fracción del pan” si antes no le hubieran acogido como compañero de camino y no hubieran escuchado su Palabra (Ev).
Así, en la Misa nos acogemos mutuamente, escuchamos la Palabra de Dios y participamos en la comunión eucarística.
Acogiendo a Cristo, con cuya Sangre hemos sido redimidos (2 Lect), él nos enseña el sendero de la vida y nos llena de gozo.
Y no nos entregará a una muerte eterna sino que resucitaremos con él y nos saciará de alegría perpetua (1 Lect y Sal).
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