¿Se imaginan ustedes que se inscriben en un curso de fotografía, ponen en práctica los conocimientos adquiridos y cuando están tomando imágenes de una de nuestras iglesias románicas, se encuentran con una talla desconocida y se dan cuenta de que acaban de realizar un descubrimiento arqueológico?
Esto es lo que le sucedió al profesor y doctor en Bellas Artes, José María Menéndez Jambrina. En el relato que él mismo hace de ese día cuenta que al tomar imágenes de la iglesia, “en una grieta formada entre dos muros, ví algo que llamó mi atención. Me acerqué para poder observarlo con más detalle. Allí encontré una piedra tallada, extrañamente mimetizada e integrada en el muro de la iglesia, como si hubiera querido ocultarse entre aquellos muros. De inmediato disparo mi cámara para registrar aquella piedra labrada, en medio de la grieta, que con el paso del tiempo ha perdido los materiales de relleno de la junta que une los dos muros, dejando a la vista, ante mis ojos, la figura en relieve de un hombre, barbado”.
En un primer momento, José María no fue consciente del descubrimiento que acababa de realizar, pero a lo largo de los días y meses que estuvo investigando, se dio cuenta que esa talla no aparecía en ningún libro, en ninguna fotografía, ni había referencias de ella en la bibliografía consultada. A raíz de esa investigación fue cuando el propio José María se dio cuenta que tal vez sí que podía ser un descubrimiento arqueológico. “Han sido meses de muchísima emoción, y gracias a la colaboración del delegado diocesano de Patrimonio, José Luis Calvo, esta anécdota puede convertirse en un hallazgo de gran importancia”, comenta emocionado Jose María.
¿Cómo ha podido pasar desapercibido este friso en una iglesia como la de San Martin en Quintanilla de la Berzosa, una iglesia BIC?
Esto fue un hallazgo casual, una serendipia. Aun siendo una iglesia BIC es una iglesia que está en un pueblo que ya ha desaparecido, cuenta con un vecino, la iglesia se desacraliza y cae en desuso y se va deteriorando. Este friso queda oculto por la construcción de los muros de un granero, y al irse deteriorando estos muros y al desmoronarse la junta, queda desvelado ese friso, que por lo que hemos podido investigar, parece ser que es una Epifanía.
Y a partir de ahora ¿qué tiene previsto hacer con su descubrimiento?
Me encantaría poder continuar con la investigación. Agradezco todo el apoyo y colaboración que me ha brindado el delegado de patrimonio, José Luis Calvo y me entusiasmaría que se despejase la piedra tallada encontrada para su limpieza y estudio, pero para ello es necesario contar con un presupuesto y apoyo de las instituciones.
Natalia Aguado León
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