En la ciudad del Carrión encontramos a nuestro santo hacia los años 1195-1198, lleno de vida y de espíritu del Señor. Aquí se dedicará por entero al estudio del antiguo plan de formación, en vigor por entonces en la sede palentina. El Trivium: gramática, dialéctica y retórica y el Quadrivium: aritmética, música, geometría y astronomía. Domingo «no estudia por mera curiosidad o por simple afán de saber, todavía tenía menos intención de de utilizar el saber para dedicarse a la enseñanza y mucho menos usar sus estudios para alcanzar los más altos cargos de la Iglesia», afirma el P. Vicaire y pasará pronto a la filosofía y de ahí al estudio de la teología y de la Sagrada Escritura. En total diez años pasa estudiando Domingo en Palencia.
Domingo destacaba por su inteligencia y su capacidad para el estudio. Sus biógrafos aseguran que se sabía el Evangelio de San Mateo y las Cartas de san Pablo y otros muchos textos de la Escritura de memoria. Conservaba anotaciones de las clases en libros de pergamino con un coste considerable, que eran su mayor tesoro, pues en ellos iba anotando las reflexiones y síntesis de sus maestros.
Posiblemente al llegar a Palencia, demasiado joven todavía, vivió bajo la tutela de algún eclesiástico, pues era lo habitual en la época. Después tendría una habitación en una casa que la tradición siempre ha denominado “casa de Santo Domingo”. En el siglo XVI, por comisión del Maestro de la Orden se pide una descripción de la “casa”. Esta no parecía ser muy suntuosa, apenas una “pieza” con un sencillo mobiliario en parte superior del “castillete” que hasta el principios del siglo XX se conservó en las cercanías del actual convento de San Pablo, más concretamente, frete a la casa de la Misioneras Eucarísticas de Nazaret (Hnas. Nazarenas) en la calle Santo Domingo de Guzmán. Nuestro santo vivía tranquilo dedicado a la oración y al estudio profundo. Maduraba a la sombra del Studium e iba forjando su alma y su personalidad a la luz de la Palabra. Eras un “joven-viejo” demasiado sensato para su juventud, nos referirá el beato Jordán de Sajonia, su sucesor al frente de la Orden.
Algunos autores refieren que la casa en la vivió Santo Domingo, se convertirá en una “limosna” o rudimentaria casa de caridad, después de aquel gesto que marcará un antes y un después en la vida de Domingo.
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