San Juan Pablo II en su Exhortación pastoral Pastores gregis decía a los obispos, refiriéndose a los laicos: “Así, pues, para resaltar, el testimonio de la santidad, exhorto a mis hermanos Obispos a buscar y destacar los signos de santidad y virtudes heroicas que también hoy se dan, sobre todo cuando se refieren a fieles laicos de sus diócesis y, especialmente, a esposos cristianos”.
“En los casos -sigue el Papa- en que se considere verdaderamente oportuno, les animo a promover los correspondientes procesos de canonización”. Y este deseo-mandato de Juan Pablo II, es lo que se intenta con la publicación de la vida de Víctor Rodríguez Martínez, laico casado con María Asunción Merino Cuadrado, habiendo tenido nada menos que diez hijos.
Nació Víctor en Quintanadiez de la Vega, provincia de Palencia, el año 1925 y murió en Medina del Campo el año 2012. Gracias a Dios, aún vive la viuda y varios de sus hijos. Una hija y una nieta viven en una Comunidad de Carmelitas Descalzas.
Víctor profesó en el Carmelo Seglar, como Terciario y también como seglar a la Congregación de San Felipe Neri, viviendo su maravilloso y cristiano estilo de la sonrisa. Era adorador nocturno y en su parroquia de Madrid el párroco le dejaba la llave de la Iglesia, porque a media noche acudía a visitar y acompañar a Jesús Sacramentado.
Trabajador cien por cien. Buen trabajador como empresario y no menos bueno como obrero para una empresa, animando a sus compañeros a ser muy honrados en todo. Pasaba su mes de vacaciones en el Desierto que los PP. Carmelitas Descalzos tienen en Las Batuecas, tierra de Extremadura a no mucha distancia de Salamanca. Se vestía de fraile y hacía los rezos con los religiosos y las mismas penitencias.
El P. José Vicente Rodríguez, carmelita descalzo, extraordinario escritor de vida de santos y especialista en San Juan de la Cruz, nos ha ofrecido una VIDA de Víctor que a todos tiene que agradar y servir de ejemplo cristiano. Muy bien, José Vicente, por tu estilo y “programación ejemplar, de los hechos y dichos de Víctor”. ¿Lo veremos en los altares? Eso es lo que buscamos y queremos. Es todo un ejemplo de laico cristiano. Esposo y padre ejemplar. Enamorado de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa y no digamos de la Virgen, la Madre de Dios y de San José.
Germán García Ferreras
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