San Pedro Regalado, transportado por ángeles. Talla Barroca. S. XVIII. Autor anónimo. Parroquia de San Miguel (Palencia). |
Nace en 1390 en Valladolid, siendo esta ciudad parte de la diócesis de Palencia. Con 13 años ingresa en el convento de San Francisco, y con 15 acompañaba a Fray Pedro de Villacreces, fervoroso franciscano, que predicaba y defendía la estricta observancia, y fundó los conventos de la Salceda (Tendilla, Guadalajara) y la Aguilera (Burgos).
Tras desempeñar diversas labores en la Aguilera, destacando por su humildad y generosidad con los pobres, es ordenado sacerdote a los 22 años y con 25 acompañará a Fray Pedro en fundación de conventos franciscanos reformados. La Aguilera fue foco de restauración de la vida religiosa franciscana, en su auténtico carisma, el que San Francisco vivió y quiso para sus hijos: ser pobre y servir a los pobres, imitando radicalmente a Jesucristo.
Su más famoso milagro fue que, estando rezando maitines en el convento del Abrojo, el 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, sintió deseo de venerar a María en La Aguilera, a ochenta kilómetros de distancia. Al instante fue trasportado por el aire en brazos de ángeles, guiados por una estrella hasta la Aguilera. Posteriormente fue devuelto hasta el convento del Abrojo, sin que sus hermanos le echaran en falta.
Murió en la Aguilera en 1456. Le administró los últimos sacramentos el Obispo de Palencia y amigo suyo D. Pedro de Castilla. Contribuyó a la reforma franciscana y fue un gran maestro de espiritualidad, no tanto por lo aprendido en los libros y las universidades, si no por la intensa vida interior. Fue canonizado por Benedicto XIV en 1746 y declarado patrón de Valladolid ese mismo año.
El arte le representa transportado por ángeles, o con un toro a los pies. En la Iglesia de San Miguel de Palencia se conserva un retablo del siglo XVIII con relieves de la vida del santo franciscano.
Texto: José Luis Calvo
Fotografía: Antonio Rubio
Oración
Señor, tú que otorgaste a San Pedro Regalado la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. P. J. N. S
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