Para Santa Teresa, Jesús es el gran amigo del que no quiere separarse, aconsejando a sus monjas que también le tengan por amigo. A Jesús le llama de muchas maneras y modos: Amado, Cordero, Crucificado, Dechado, Enseñador, Esposo, Huésped, Juez, Maestro, Redentor, Rey, Salvador, Zagal y, sobre todo, Amigo Bueno.
Bueno, porque no es como los amigos del mundo que nos pueden traicionar y no pocas veces se aprovechan de nuestra amistad para sus negocios y dineros. Se pone muy seria, la Santa, cuando habla de las malas amistades y señala los indicios de las mismas. Jesús es un Buen Amigo del que no debemos separamos nunca y al que debemos acudir, sobre todo, en los momentos de adversidad, física y espiritual.
Nos canta... “Vuestra soy, para Vos nací, qué queréis hacer de mí”. Más aún: “Que mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado”. ¿Eres capaz de cantar estos versos? ¿Los recitarías sin contrariar a tu corazón ni traicionar tu conciencia?
En Camino de Perfección (Cap. 26) escribe: “Procurad luego, hija pues estáis sola, tener compañía. Pues ¿qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar?” Habla de cómo debemos rezar el Padrenuestro y añade: “Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiéreis, no estéis sin tan buen amigo”.
“Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis en contentarle, no lo podréis echar de vos, no os faltará para siempre, os ayudará en todos vuestros trabajos y le tendréis en todas partes”. Y nos hace este interrogante: “¿Pensáis que es poco un tal amigo?”
En el libro Cuentas de Conciencia escribe: “Tengo días que me acuerdo infinitas veces de lo que dice san Pablo, que ni me parece vivo yo, ni hablo, ni tengo que querer, sino que está en mí quien me gobierna y da fuerza y ando como si fuera de mí y así es grandísima pena la vida”.
Nos da un consejo para caminar con la cruz de cada día: “No es cuestión de mirar nuestra cruz, sino de mirarle clavado en la Cruz y lo que por mí sufrió y padeció”.
Germán García Ferreras
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