Cualquier persona con un corazón que no esté envenenado, haciendo un tremendo esfuerzo... puede llegar a intuir -que no comprender- lo que estarán pasando las familias de las niñas secuestradas en Nigeria. Más de 220 niñas secuestradas.
El líder del grupo de islamistas radicales de Boko Haram -que desde hace años siembra el terror en Nigeria- afirmaba en un comunicado: “He secuestrado a vuestras niñas. Y las venderé en el mercado por Alá. Hay un mercado para la venta de humanos. Alá me ha dicho que debo vender. Me ordena vender. Y venderé a las mujeres”. Vendidas para la explotación sexual, para la prostitución y para el trabajo esclavo. Y compradas... porque hay gente que compra seres humanos.
Desconozco si en el Islam “pronunciar el nombre de Alá en vano”... es pecado. Pero nada, absolutamente nada, justifica esta barbarie en nombre de ningún dios. Este desalmado, los suyos y los que son como él... no son creyentes. Son delincuentes que llevan décadas traficando con drogas, con armas y con seres humanos. Aprovechándose del drama diario que viven millones de seres humanos... y del “mirar para otro lado” de todos los que vivimos en el Norte. En el Bienestar.
El drama de estas niñas no es nuevo. Ya antes lo padecieron otras... y muchas lo padecerán. Pero a nosotros muchas veces, de África... solo nos preocupa lo que sucede en la valla de Melilla. Cuando el origen de todos los males está más abajo.
El “pecado” de estas niñas ha sido asistir al colegio. Enviadas a un internado para recibir una educación que les permita salir de la pobreza y el aislamiento. Todo ello en el país con la economía más boyante de todo África.
El mal existe. Como creyentes se nos pide oración. Así nos lo está pidiendo en Papa. Como ciudadanos se nos exige poner todo lo que esté en nuestra mano para acabar con él.
Domingo Pérez
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