domingo, 16 de septiembre de 2012

Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho

16 de septiembre de 2012 - XXIV Domingo del T.O.

- Is 50, 5-9a. Ofrecí la espalda a los que me apaleaban.
- Sal 114. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
- Sant 2, 14-18. La fe, si no tiene obras, está muerta.
- Mc 8, 27-35. Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.

En nuestro recorrido al interior del evangelio de Marcos, en este ciclo B, llegamos al centro del evangelio: el camino de Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén, un camino en el cual Jesús se dedica a la formación de sus discípulos (Marcos 8.27-10,52). Tan importante es esta sección del Evangelio que le dedicamos siete domingos. El evangelio de hoy cierra la anterior y abre esta nueva etapa.

Jesús pregunta a cerca de su identidad. El primer versículo del evangelio de Marcos le presenta como el Cristo, el Hijo de Dios (1,1). Y de ahí en adelante el tema siempre aparece. Pero ocurre, por primera y única vez, que Jesús pregunte directamente a los discípulos: y vosotros, ¿quién decís que soy Yo”.

Jesús exige a sus discípulos, que sobre el fondo de aquello que la gente dice, tomemos posición frente a su persona y su obra. Pedro responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías”, el último y definitivo enviado de Dios para darnos plenitud de vida. Cuanto más los discípulos tomamos conciencia de quién es el Maestro, tanto más fuerte se hará la necesidad del seguimiento.

Aunque la respuesta es exacta no refleja de manera exhaustiva el misterio de la persona de Jesús. Su identidad va unida a su destino: “el Hijo del Hombre debía padecer mucho...” y comienza a enseñarles la verdadera naturaleza de su mesianismo sustituyendo el título de Mesías, por otro más arcaico y menos triunfalista, Hijo del Hombre. Y como a tal le está reservado el triunfo y la gloria, pero no sin haber pasado por la acusación, el escarnio e incluso la muerte. Pedro, antes tan claro, ahora no entiende.

Pero el camino doloroso del Mesías es también el camino del discípulo. Y señala las grandes exigencias que comporta este camino: “que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”
“Cuanto más los discípulos tomamos conciencia de quién el es el Maestro, tanto más fuerte se hará la necesidad del seguimiento”. Ya la hicimos en otro momento, pero repitamos: ¿quién es Jesús para mí?

José González Rabanal


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