domingo, 29 de mayo de 2016

Día de la Caridad 2016. Practica la Justicia, deja tu Huella.

Pautas para dejar huella

Dejar espacio a la esperanzaAbrir los ojos pero no para mirar a cualquier parte, sino para mirar con perspectiva, con conciencia, con valentía; mirar la realidad de nosotros hacia fuera para encontrarnos, a nosotras y a las demás personas.

Y en ese abrir los ojos sabernos y reconocernos mirados, acogidos y amados por el Dios que todo lo crea y recrea. Esta nueva visión nos conduce a dejar que la solidaridad que habita en cada ser humano se manifieste y se produzca una auténtica conversión del corazón, de nuestros hábitos, de nuestros intereses particulares y colectivos.

Sólo así podemos salir a las periferias de nuestros espacios cálidos y confortables y encontrarnos con los que pasan hambre, sed, soledad, abandono, para desde ahí sembrar iniciativas, proyectos, alternativas a un modelo de sociedad, de economía, de pensamiento, que deje huellas de esperanza y de justicia para todos.


No estamos solos
La experiencia de ser amados por Dios es la que nos posibilita amar a los hermanos (cf. 1Jn 4, 10. 16). No se puede dar de lo que no se tiene. La experiencia de sentirnos amados se convierte en motor que nos impulsa a vivir hacia los demás. Es el Espíritu, «la fuerza que transforma el corazón de la Comunidad eclesial para que sea en el mundo testigo del amor del Padre, que quiere hacer de la humanidad, en su Hijo, una sola familia» [Benedicto XVI, Deus Caritas est, n.19.].

Por eso, como dice Francisco, «siempre hace falta cultivar un espacio interior que dé sentido al compromiso» (EG, 262), que nos haga salir de nuestra comodidad, de nuestros egoísmos, de nuestros prejuicios, para encontrarnos con la humanidad de cada persona que nos encontramos por el camino, y así hacer nuestras las palabras de Jesús en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva...» (Lc 4, 18), y poder dejar así huellas de justicia y de liberación a nuestro paso por la Tierra.

El anuncio y la denuncia
«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis» (Mt 10, 7-8).

Id y salid al encuentro, esta es la invitación, la propuesta provocadora que recibimos nuevamente hoy. Dar gratis nuestra propia vida, dejarnos tocar y desgastar. Ser testigos de una fraternidad nueva que tiene su raíz en el Dios que ama hasta el infinito, y perdona dejándose colgar en una cruz.

Se trata de salir a anunciar la locura de una lógica a contracorriente de todos los siglos, de todos los tiempos. La lógica del don y de la gratuidad que es capaz de denunciar las injusticias que provocamos los seres humanos al tiempo de poder transformar las personas y las estructuras.

Salir, atrevernos, cambiar, empezar. Deja tu huella.

Vestidos de misericordia
Practicar la justicia y la misericordia pasa por la defensa irrenunciable de los derechos humanos y fundamentales de las personas. «Tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber...» está en la raíz de toda justicia que podamos poner en práctica en nuestra vida. No podemos quedarnos callados cuando no se reconocen ni respetan los derechos de las personas, cuando se permite que su dignidad sea ignorada.

Ante nosotros se abren caminos de horizontes tan amplios como capaces seamos de querer emprender. En ellos podemos dibujar infinitas huellas...

No hay comentarios:

Publicar un comentario