lunes, 16 de mayo de 2016

Celebramos San Juán de Ávila

El pasado 10 de mayo celebramos la festividad de San Juan de Ávila, patrón de los sacerdotes. Ese día se vive en la Diócesis una jornada muy especial en la que se rinde un sencillo y sentido homenaje a los sacerdotes de la Diócesis que celebran sus bodas sacerdotales.

Este año los sacerdotes que celebraban 50 años de su ordenación han sido Pedro Alcalde, Juan Antolín, Emilio Cajigal, Francisco Casas, Ramiro Fernández, Ricardo Gómez, Eduardo de la Hera, Emiliano Manso, Máximo Pérez y José Mª Vega. Incardinados en otras diócesis: José Antonio Blanco (Zaragoza) y Germán Usano (Madrid).

Han celebrado los 60 años de su ordenación Alfredo Arto, Antonio García, Santiago García, Ramiro Merino, Laureano Pérez, Ignacio Ruiz y Froilán Tarilonte. Incardinados en otras diócesis: Antíoco Bartolomé (Valladolid), Jaime de la Fuente (Valladolid), Daniel Pérez (Valladolid) y Marciano Zamora (Valladolid).

En el programa El Espejo de la Iglesia del pasado 6 de mayo contamos con el testimonio de uno de estos sacerdotes que cumplen sus Bodas de Oro. En esta página reproducimos lo que José María Vega nos contó ante los micrófonos de Cope Palencia.

“Estos 50 años de vida sacerdotal han sido muy positivos” José Mª Vega

¿Cómo descubrió su vocación?Yo nací a la sombra del Seminario. Jugaba de niño en la plaza del Cordón y veía a los seminaristas, quizá fuese ese el embrión de mi vocación; además mi hermana mayor era religiosa filipense y también su vocación tuvo influencia en mi, pero la vocación madura a través de los años, en la formación y doce años en el seminario da tiempo para madurar esa vocación y tomar una decisión libre. En todo caso, para dar razón de la vocación, creo que debemos dirigirnos a Jesús de Nazaret que dijo a sus amigos: “No sois vosotros los que me habéis elegido, sino que soy yo el que os ha elegido”.
 
¿Qué recuerdos tiene de su ordenación?Me ordenó el obispo Souto Vizoso y la primera misa la celebré a los pies de la Morenilla que era mi parroquia, la Virgen de la Calle. Ese mismo día casé a una hermana. Pero lo más interesante de la época de mi ordenación fue el impacto del Concilio Vaticano II, nosotros veníamos de una formación muy tradicional, propia de la época y entrábamos, a través del concilio, en una época ilusionante de transformación y renovación, que nos obligaba a adaptarnos a la realidad.
 
Su trayectoria pastoral comenzó en Aguilar, luego estuvo en la parroquia de San Miguel y más tarde consiliario de distintos movimientos, director de Aspanis, delegado de Cáritas... ¿Qué balance hace de estos años? Su vocación ha estado orientada generalmente a la atención de las personas más desfavorecidas, como recuerda el Papa Francisco salir a las periferias...
 
Es difícil hacer balance y elegir un momento de todos estos años. La época en la que estuve trabajando en Cáritas me marcó mucho, la experiencia de trabajar con los pobres es muy gratificante pero al final te cuestiona mucho la vida. Yo recuerdo que me planteaba: hablo con los pobres, leo mucho de los pobres, los veo, los toco pero al fin, yo no soy pobre. La experiencia esencial de la existencia del pobre nunca la vivías plenamente. Esa etapa resultó una experiencia dura, gratificante al mismo tiempo y que me cuestionó mucho. 

La creación del grupo scout en San Miguel con los jóvenes fue una experiencia muy ilusionante, fueron los primeros años de mi sacerdocio, recuerdo celebrar la eucaristía en los campamentos a la luz de la luna y el optimismo de los jóvenes.

Posiblemente el contacto con los discapacitados fue una de las tareas más gratificantes, iniciamos la primera marcha solidaria de Aspanis (este año acaba de celebrarse la 37 edición), celebrábamos la Eucaristía con las personas del centro y para acercarles la Palabra de Dios leíamos el Evangelio con muñecos de guiñol, recuerdo esa etapa con enorme cariño. 

Lo cierto es que estos 50 años de vida sacerdotal han sido muy positivos.

Natalia Aguado León

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