martes, 1 de abril de 2014

¿Cómo se llega a ser sacerdote?

No existen billetes en venta para llegar a ser sacerdote. Se «entra» en el sacerdocio sólo por iniciativa del Señor. Él «llama a cada uno de los que Él quiere que llegue a ser sacerdote». Como siempre, con una eficaz imagen el Papa Francisco explicó el miércoles 26 de marzo, por la mañana, a los fieles presentes en la plaza de San Pedro para la audiencia general, «cómo se llega a ser sacerdote». Es más «si alguno de vosotros -dijo dirigiéndose a los jóvenes en la plaza- ha sentido esta cosa en el corazón, es Jesús quien la puso allí. Cuidad esta invitación y rezad para que crezca y dé fruto en toda la Iglesia». 

La «cosa» a la que se refería el Papa son «las ganas de llegar a ser sacerdotes, las ganas -explicó- de servir a los demás en las cosas que vienen de Dios». Un deseo que se debe alimentar con la oración. Esa oración que nunca deben descuidar ni siquiera los obispos, los sacerdotes, los diáconos. Porque «un obispo que no reza», que «no escucha la Palabra de Dios», que «no celebra todos los días, que no va a confesarse regularmente, y el sacerdote mismo que no hace estas cosas, a la larga pierde la unión con Jesús y llega a ser una mediocridad que no hace bien a la Iglesia», afirmó. Por ello, exhortó, «debemos ayudar a los obispos y a los sacerdotes a rezar, a escuchar la Palabra de Dios que es el alimento cotidiano, a celebrar cada día la Eucaristía y a confesarse habitualmente»: una tarea «muy importante» porque «concierne precisamente a la santificación de los obispos y sacerdotes».


Concluido el ciclo de reflexiones sobre los sacramentos «que juntos constituyen el misterio de la iniciación cristiana», esa mañana el Papa se centró en el Orden y anunció que la próxima catequesis será sobre el matrimonio. Orden y matrimonio, precisó, en efecto, son «dos grandes caminos a través de los cuales el cristiano puede hacer de la propia vida un don de amor, siguiendo el ejemplo y en el nombre de Cristo, y así cooperar en la edificación de la Iglesia».

En especial el Orden, «en los tres grandes grados del episcopado, presbiterado y diaconado, es el sacramento -explicó- que habilita para el ejercicio del ministerio confiado por el Señor Jesús a los apóstoles, de apacentar su rebaño». Una misión, especificó, que se debe realizar con amor, porque los pastores que no sirven con amor «se equivocan».

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