sábado, 1 de febrero de 2014

La civilización se construye en el amor

  • Enraizado en el octavo Objetivo de Desarrollo del Milenio, “Fomentar una asociación Mundial para el desarrollo”, Manos Unidas situa su trabajo con el lema “Un mundo nuevo, proyecto común”. Y cuatro palabras definen su acción:La ESPERANZA es el motor de nuestra actividad. La experiencia cristiana mira en dos dimensiones, hacia nuestro interior, y hacia el exterior. Unidas ambas, podemos trabajar sabiendo que Dios pone lo que falta a nuestras fuerzas.
  • En el MUNDO pues, aunque nos dedicamos a los que más lo necesitan, no olvidamos que cada hombre y mujer se ven afectados por nuestro trabajo. Nuestra labor, buscando a los últimos, incluye a todos.
  • Para dar al mundo un NUEVO impulso, dando valor verdadero a lo bueno que ya hay en él.
  • Se trata de una tarea que afecta a todos, de forma particular y colectiva. La nuestra no es de seres aislados, es tarea COMÚN.
Una palabra hace posible las anteriores... la FRATERNIDAD: Una fraternidad de todos los hombres que compartimos una misma naturaleza, prescindiendo de su religión, raza, sexo...; Una fraternidad basada en la solidaridad humana y la caridad; Una fraternidad que conlleva una misión y la necesidad de dar respuesta urgente a las exigencias de nuestro tiempo; Una fraternidad humana que debe vivirse en la caridad y desde la verdad.
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Hace tres lustros, la comunidad internacional se comprometió firmemente a poner en marcha las políticas necesarias para que, en el año 2015, hubiese más personas que pudieran vivir de acuerdo a su dignidad, en condiciones que permitieran el desarrollo pleno de cada una de ellas. El esfuerzo de los países por alcanzar las metas propuestas en aquella “Declaración del Milenio” ha contribuido, significativamente, a la reducción del hambre, a la mejora del acceso a la salud, a la educación, al trabajo y a la participación política. Sin embargo, este empeño no ha sido suficiente. De hecho, en los últimos años, ha crecido el número de personas que viven con menos de dos dólares al día, y, todavía hoy, en pleno siglo XXI, hay muchas personas que se ven obligadas a huir de países por causa de la guerra o la falta de trabajo digno, quedando a merced del tráfico de personas. ¿Qué falta por hacer?

No podemos avanzar hacia un desarrollo integral solidario de la humanidad si continuamos pensando que el progreso es sólo una cuestión de mejorar procesos económicos, políticos o sociales. Necesitamos un compromiso solidario mundial basado en la verdad de la naturaleza humana, que nos reclama el reconocimiento de los otros como verdaderos hermanos. El reconocimiento de la fraternidad fundamental del género humano nos permite salir al encuentro de los que tenemos cerca y de los que están lejos, nos invita a cuidar los unos de los otros. Si estamos llamados a reconocernos hermanos, no se entiende que en nuestros días, las notas que caracterizan a nuestra sociedad globalizada sean el individualismo y la soledad, una soledad que hace a las personas indiferentes de sus semejantes, viéndolos como enemigos, y no como auténticos hermanos. Es una sociedad en la que predomina la “cultura del descarte”, por la cual se deja fuera a aquellos sujetos más débiles e indefensos en aras de un progreso material.


Necesitamos edificar una civilización que permita reconocer a los otros como hermanos, en quienes se puede confiar; una civilización en la que, estar de corazón los unos en los otros, sea una realidad. Una civilización edificada en el amor permitirá que nuestro mundo globalizado camine hacia la seguridad, la paz y la justicia.

Pero esta civilización no es posible solo por el mero autoconvencimiento. La vida de la Iglesia nos descubre que reconocer al otro como hermano exige un cambio del propio corazón, un cambio en el que tenemos que trabajar cada uno, y que solo es posible cuando éste se recibe como regalo, cuando se experimenta como don. Este don nos lo ofrece la Iglesia en el mismo Jesucristo, que cambia nuestro corazón y en Él, nos hace hermanos. Manos Unidas realiza su tarea en la Iglesia, pidiendo a Dios que nos ayude en este cambio, y también a los responsables de las grandes decisiones de este mundo. Pedimos ser don para los otros.

En este año trabajaremos intensamente para dar a conocer a la sociedad española esos destellos que ya suceden en los países del Sur, y que nos hacen vislumbrar que un mundo nuevo es posible. Seguiremos de cerca la celebración del Año Internacional de la Agricultura Familiar, que juega un papel clave en el desarrollo sostenible y en el fortalecimiento de las sociedades; analizaremos a fondo las oportunidades de las nuevas tecnologías, que permiten el diálogo entre culturas y religiones; y atenderemos a las cuestiones del empleo juvenil, cuya promoción en los países más pobres puede significar la edificación de una sociedad con perspectivas de futuro.

A lo largo de esta campaña trabajaremos juntos para construir un Mundo Nuevo, proyecto de amor, proyecto de hermanos, proyecto común.

Compromiso de Manos Unidas
Para MANOS UNIDAS, la caridad que ilumina y nutre la fraternidad y la solidaridad nace del encuentro con Cristo, y tiene como resultado un compromiso concreto.

COMPROMISO por un mundo nuevo, responsabilidad de todos... de los países en desarrollo y de los países desarrollados.

COMPROMISO que tome la forma práctica de iniciativas políticas y económicas que hagan efectivas unas mejores condiciones de vida para todos los seres humanos.

COMPROMISO que, en alianza con todas las asociaciones y personas unidas en un proyecto común, haga de este mundo un lugar más humano y fraterno.

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