domingo, 16 de febrero de 2014

Siempre a favor de la VIDA

El 28 y 29 de enero se celebró en Madrid la CCXXX reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española. Uno de los temas a reflexión fue el Anteproyecto de Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la mujer embarazada.

Con este motivo, y como siempre han hecho en cualquier coyuntura social y política, los obispos recuerdan de nuevo el valor sagrado de la vida humana, desde la concepción hasta su fin natural.

La posición de la Iglesia católica sobre este asunto es bien conocida, y compartida con muchos hombres y mujeres de buena voluntad, que desde otras confesiones religiosas y aun sin ser creyentes, defienden el derecho a la vida de todo ser humano inocente como patrimonio común de la razón humana. Recientemente el Papa Francisco lo recordaba, cuando delante de los embajadores acreditados ante la Santa Sede, afirmó que «la paz se ve herida por cualquier negación de la dignidad humana» y mencionó entre otros «horrores» de la «cultura del descarte» el hecho de que muchos niños no lleguen nunca a ver la luz, víctimas del aborto. También en su primera Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, el Papa señaló, de manera coherente con todo el mensaje cristiano, que «el aborto no es un asunto sujeto a supuestas reformas o modernizaciones», porque «no es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana» [n. 213-214].

Los obispos saludan las iniciativas a favor de la vida humana, vengan de donde vengan, especialmente las dirigidas a proteger la vida de los más débiles, entre los que se encuentran los seres humanos que van a nacer. Así, reconocen en el texto del Anteproyecto presentado por el Gobierno un avance positivo con respecto a la legislación vigente, que considera el aborto como un “derecho”.


En todo caso, señalan que una ley del aborto, por muy restrictiva que fuera, seguiría siendo una ley injusta. Nadie tiene derecho, en ninguna circunstancia, a quitarle la vida a un ser humano inocente. El aborto no es la solución, de la misma manera que el niño que va a nacer no es el problema.

Por último, han querido aprovechar la ocasión para agradecer y potenciar la dedicación de muchas personas que, en instituciones eclesiales y civiles, trabajan incansablemente, apoyando y acompañando a las personas en dificultad, y en particular a las madres gestantes.

Asimismo, como también señala el Papa Francisco, debemos caer en la cuenta de que todavía «hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?» [n. 214]. A todos incumbe responder adecuadamente a estas situaciones por el camino de la solidaridad y la vida y no por el de la muerte de un ser inocente.

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