miércoles, 18 de diciembre de 2013

Abreviando a Dios

Los Santos Padres y la Tradición medieval de la Iglesia utilizaban una expresión para denominar el papel de Jesús en la historia de la salvación; decían que el Verbo, la Palabra de Dios, había sido “abreviado” en Cristo. El ahorro de palabras facilita la comprensión de algo, de modo que los oyentes desconectan con más facilidad si las explicaciones son largas y complejas. ¡Por supuesto que existen cosas que merecen una larga charla!, aunque también sabemos que una imagen fiel sustituye a diez mil argumentos.

Dios conoce nuestra naturaleza, sabe de nuestro tedio e inconstancia, y ante nuestra falta de atención propone la acción... y el silencio. Su imagen plena, su carta de presentación es Jesús, un intervalo de acción entre dos silencios, entre la pausa de la espera y la del recuerdo.

Celebramos la Navidad, el tiempo en que Dios se muestra y se desvela; Él nos visita por medio de su Hijo, y lo fascinante de su Sabiduría es que no se presta por medio de discursos sesudos ni intrincados conceptos, no pretende deslumbrar. Su aparición es natural, como la de cualquier humano. El Dios creador del universo se abrevia en un pesebre pobre, en el cuerpo de un frágil bebé. Las cosas de Dios no son para sabios y entendidos, sino para corrientes.

¿Y qué entendemos los comunes? Los gestos más que las palabras, las miradas más que las promesas, los hechos más que las hipótesis. Nuestra religión se basa en un acontecimiento: Dios se ha “achicado” para caber en nuestras casas, se ha presentado en abreviatura para resultarnos digerible.

Pocos dominan esta pedagogía a la perfección. Pero cuando animamos la comunidad, nos unimos por una colecta, nos preocupamos del que se sienta a nuestro lado... hacemos que nuestras palabras estén preñadas de hechos y basten unas pocas para que otros entiendan su significado.

Si es cierto que España se ha convertido en país de misión, preparémonos para, como creyentes, procurar ser significativos en esta sociedad. ¿Cómo? De modo abreviado y eficaz, con más acciones que justificaciones. Sólo así, abreviando a Dios, muchos entenderán que existe. “Obras son amores”, reza un refrán castellano, y ese es, en resumen, el significado de la Navidad.

¡Paz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad en España, Mozambique, Haití... y más que nunca en Filipinas!

Asier Aparicio
Pastoral Social

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