domingo, 13 de mayo de 2012

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

13 de Mayo de 2012 - Domingo VI de Pascua

- Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48. El don del Espíritu Santo se ha derramado también sobre los gentiles.
- Sal 97. El Señor revela a las naciones su salvación.
- 1Jn 4, 7-10. Dios es amor.
- Jn 15, 9-17. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

El texto del evangelio de este domingo continúa la reflexión sobre la “vid y los sarmientos”, acentuando que la unión indispensable con Cristo se da por el amor: “Como el Padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi amor”. “Esto os mando: que os améis los unos a los otros”. Estas palabras expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino, tal como afirma el Papa Benedicto XVI al comienzo de su primera Encíclica “Deus Caritas est”

Para los antiguos los dioses intervenían para mal en la historia de los hombres, para el mundo moderno Dios es un ser lejano que nos ha puesto en el mundo y ya no se ocupa más de nosotros. Para los creyentes las lecturas pascuales nos dicen algo muy diferente: el plan de Dios está basado en una comunicación muy cercana. “como el Padre me ama, así os amo yo”- dice Jesús- “ya no os llamo siervos… a vosotros os llamo amigos, porque os he dado conocer todo lo que oí de mi Padre”. Y hemos conocido esta cercanía de Dios, no por sabiduría propia, sino porque dio la vida de su Hijo por nosotros, sus amigos; “hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él”.

“Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”, “amaos los unos a los otros como yo os he amado”, que viene a darnos la imagen y el camino del hombre. El amor cristiano no es una simple simpatía, o prodigar palabras a diestro y siniestro. Tampoco de la caridad con minúscula, a la que a veces reducimos el mandamiento de Jesús: la limosna que hacemos de lo que nos sobra. El amor es simplemente amor. Un amor “afectivo y efectivo”, dirá San Vicente de Paúl a las hijas de la Caridad: amor que arraiga en el corazón y produce sentimientos de respeto, aceptación y estima, al tiempo que da frutos de justicia, de solidaridad y de fraternidad entre todos los hombres. Un amor como el que él nos tiene: “No hay amor mayor que dar la vida por los amigos”

“Permaneced en mi amor”, “amaos los unos a los otros”, palabras que expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen de Dios y la imagen del hombre y de su camino”. ¿Amo a Dios y a los demás con amor “afectivo y efectivo”?

José González Rabanal

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