Iniciamos, con este artículo, una serie de escritos relatando la vida, santidad y doctrina de Víctor que contrajo matrimonio en el Santuario de Nuestra Señora del Valle, en el histórico pueblo de Saldaña, provincia de Palencia. Se casó, el 24 de julio de 1948, con la joven de 22 años, Mª Asunción Merino Cuadrado, natural de Bustillo de la Vega, también provincia de Palencia.
Víctor nació el 12 de abril de 1925 en Quintanadiez de la Vega, provincia de Palencia a solo tres kilómetros de Saldaña. Antes había tenido otra novia, pero la dejó porque ella no quería tener más que dos hijos. Víctor murió en Medina del Campo el día 21 de febrero de 2012. Dicen los historiadores que “en olor de santidad”.
Y esa santidad, como ejemplo de cristiano seglar y padre de 10 hijos y trabajador en distintos negocios, es lo que nosotros trataremos de demostrar para ejemplo de todos. Que el mandato de Jesús: “sed santos como vuestro Padre Celestial es perfecto” es para todos. Y todos debemos ser aficionados a la lectura de la vida de los santos, a fin de contagiarnos de su espíritu y, también apoyados en su ayuda desde el cielo.
Víctor, que vivió intensamente el espíritu del Carmelo, conocía “al dedillo” la vida de Santa Teresa, de Santa Teresita y, sobre todo, de San Juan de la Cruz.
Víctor fue un trabajador de pura cepa. Muy trabajador y en distintos negocios y oficios. No pudo cumplir una de sus mayores ilusiones. Ser camillero en un hospital de Madrid, para dedicarse al cuidado de los enfermos y los enfermos en camilla, antes o después de la operación y tal vez accidente.
Hoy recalcamos que fue padre de 10 hijos. Que, por la gracia de Dios, su esposa Mª Asunción aún vive, como viven hijos, hijas, nietos y biznietos. Yo no dudo que desde el cielo, tendrá un cuidado muy especial por su familia. Cuidado y favores espirituales y también corporales para con los amigos y cuantos trabajan en el apostolado de la Eucaristía, cuidado por lo pobres y suplicas para con los misioneros.
Comenzamos, nuestra ronda, por la vida de Víctor, subiendo las cuestas de las carreteras que unen pueblos y pueblos en la comarca de Saldaña. Pueblos que él recorrió recitando el Cantico Espiritual de San Juan de la Cruz: “Mil gracias derramando. Buscando mis amores, pastores los que fuerdes”... Y al final del camino: la iglesia y allí celebrar la Eucaristía, que es la fuente de donde brota la gracia para los seguidores de Cristo.
Amigos, amigas, lectores, les invito a conocer la vida y doctrina de Víctor. Les invito a rezarle que ya está demostrando su generosidad desde el cielo. Esperamos que algún día la Iglesia le declare santo, pasando por el proceso de beatificación. Siempre enseñándonos a seguir a Jesús Redentor.
Germán García Ferreras
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