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Álvaro Pinto |
El pasado 13 de marzo se celebró el Día del Seminario y hablamos con nuestros tres seminaristas: René, Álvaro y Daniel. Se sienten “Enviados a reconciliar” y siguen avanzando en su proceso de formación sacerdotal.
El lema del Día del Seminario de este año es “Enviados a reconciliar”, y el cartel muestra a un sacerdote abrazando a una pareja ¿Qué supone para ti este lema?
ÁLVARO: Vivimos en un mundo muy herido. Los hombres y mujeres de nuestro tiempo necesitan sentirse abrazados y perdonados, aunque muchas veces no son conscientes de ello. El sacerdote es el llamado de entre los hombres para, habiendo experimentando en su propia carne el haber sido amado y sanado por Dios, llevar el perdón a todos los corazones arrepentidos, por la gracia de Dios, en el sacramento de la reconciliación.
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René Casero |
RENÉ: Me parece que es algo muy nuclear en el sacerdocio. Cristo es el enviado del Padre para esto mismo: para reconciliar al hombre con Dios y con sus hermanos. Este lema suscita en mi corazón una gran alegría y una línea en la que trabajar. El sacerdote en medio de la comunidad tiene que servir así, reconciliando, siendo vínculo de unidad. Es muy triste que cualquier cristiano sea motivo de discordia, pero incluso más un sacerdote que hace presente la obra de reconciliación de Dios con el hombre.
DANIEL: El sacerdote está llamado a llevar el perdón de Dios a los hombres. La imagen de este año, para mí, me sugiere la cercanía de Dios, que está siempre muy próximo a los hombres, y dispuesto en todo momento a darnos un abrazo de amor misericordioso, de manera especial con el Sacramento de la Reconciliación. Y el sacerdote es quien debe saber ser el cauce por el que Dios ofrece este abrazo al hombre.
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Daniel Becerril |
¿Cómo valoras el Sacramento de la Reconciliación?
[Á] Sin querer desmerecer a los demás sacramentos, la Reconciliación es para mi, junto con la Eucaristía, el cauce ordinario de la Misericordia de Dios. Es el abrazo del Padre Bueno que sale al encuentro de sus hijos para mostrarles que, por encima de todas sus faltas, infidelidades o tropiezos, el amor de Dios sobreabunda, desborda.
[R] Sin él me resultaría muy difícil avanzar en mi vida. Me parece de los mayores regalos que Dios ha hecho al hombre. No es una lavadora en la que uno vuelca sus pecados. ¡Es mucho más! Es una re-creación. Dios vuelve a introducirte en la comunión con Él, con los hombres y con uno mismo. Hasta en las caídas uno se puede encontrar con el Dios misericordioso. Al final, la confesión para mí es Jesús, que como a Pedro, nos pregunta: ¿me amas? No quiere explicaciones, excusas... Solamente quiere que le ames y te dejes amar.
[D] Valoro este sacramento como un momento muy especial en el que sentir la misericordia de Dios. Por mi experiencia personal, cada vez que acudo a este sacramento he podido comprobar cómo Dios únicamente mira el corazón arrepentido del pecador, no su pecado. Cuanto mayor ha sido mi pecado, mayor ha sido la misericordia que he experimentado en este sacramento. Por medio de este sacramento, Dios arroja y olvida todo lo que nos ha separado de Él, pudiendo así volver nuestro corazón a Él y comenzar de nuevo. Como dijo el papa Francisco: «antes nos cansamos nosotros de pedir perdón que Dios de perdonarnos». Por ello me gustaría animar a la gente a encontrarnos con la misericordia de Dios a través de la Reconciliación.
¿En qué proceso se encuentra ahora tu vocación sacerdotal?
[Á] En lo que se refiere a la etapa de seminario, me encuentro inmerso en los discernimientos para el Rito de admisión a las Órdenes Sagradas. Un tiempo para confrontarse objetivamente, con la ayuda del director espiritual y el formador, y ver si la respuesta al Señor se corresponde con la llamada recibida. En el plano más personal me encuentro feliz, descubriendo en la vida comunitaria del seminario un deseo fuerte de fraternidad, que se corresponde con un fuerte anhelo de comunión con Jesucristo.
[R] Pues en un momento de gran maduración e ilusión. Si Dios quiere, el próximo 7 de Mayo recibiré la Admisión a las Sagradas Órdenes. Por ese sencillo rito, la Iglesia reconoce tu vocación, y ve en ti las actitudes necesarias para asumir la vocación. Ante esto, la cosa se pone seria. Es un momento para dar gracias a Dios. Estar en 5º también presenta una nueva etapa en la formación que en los próximos meses se irá concretando.
[D] Este es ya mi cuarto año en el seminario, y lo más inmediato respecto a la vocación lo tengo en el discernimiento para el rito de Admisión a las Sagradas Órdenes. Vivo este momento con especial ilusión, pues si el seminario ve conveniente concederme el rito, será el momento en que la Iglesia confirme que lo que yo entiendo que es llamada de Dios al sacerdocio en mi vida también es visto de este modo por la Iglesia. Por lo demás, vivo en un estado de permanente acción de gracias al Señor por lo que Él va poniendo en mi vida a través del seminario, con ilusión por seguir poder respondiendo cada día a la llamada del Señor.
La Iglesia que camina en Palencia, el pueblo creyente palentino, ¿qué puede hacer por vosotros seminaristas, nuestros futuros sacerdotes, en esta jornada del seminario?
[Á] En primer lugar, rezar por nuestros sacerdotes, para que mantengan vivo el deseo de transparentar a Cristo con sus vidas y sean ejemplo del amor del Señor por la Iglesia. En segundo lugar, rezar para que los jóvenes no tengan miedo de responder a Cristo, que sigue llamando. Que no les asuste su debilidad, pues Dios es siempre más grande. Y finalmente rezar por nosotros, para que seamos fieles a la vocación recibida y podamos así, como decía D. Manuel González, eucaristizar: «acercar a todos a la Eucaristía y meterlos dentro del Corazón de Jesús que allí palpita por ellos, para que vivan la vida que de Él brota».
[R] Pues algo que yo sé que hacen muchas personas cada día: rezar por nosotros. Esto es lo principal. Por otro lado, pueden ayudarnos, ayudando a sus sacerdotes ahora, el trabajo es grande y a veces no somos conscientes. Ayudar a los sacerdotes en muchas tareas, y ser comprensivos con la limitación que puede haber, por ejemplo, con la misa dominical. De este modo, nuestros sacerdotes podrán llegar a más gente. Finalmente, aunque no estamos aquí, el seminario tiene varios edificios. Por ello cada persona en sus posibilidades puede aportar algo para que se puedan cuidar y estar en uso.
[D] Principalmente la oración al Señor por nosotros, para que seamos fieles a la vocación que hemos recibido y a la Iglesia en este periodo de formación en el seminario. Y también, contar con nosotros en los tiempos en que podamos estar en la diócesis, de manera que podamos así conocer las diferentes necesidades que hay.