Domingo llega en agosto de 1219 a Bolonia, y una gran comunidad le espera con veneració. Fray Reginaldo, superior enviado por Domingo desde París ha dado gran fruto. Era un prestigioso canónigo y deán en San Aniano de París, cuya entrada en al Orden estuvo digamos “inducida” por la misma Virgen María. Maestro en Artes, bachiller en Teología y profesor de Derecho en la Sorbona, será, con el tiempo, el tercer Maestro General de la Orden. De él se dice, que fue el más fiel seguidor de Domingo: “Su palabra era fuego, y sus sermones, como antorchas encendidas, inflamaban los corazones de los oyentes, que apenas lo había tan endurecido que pudiera sustraerse a su calor. Hervía Bolonia entera ante el nuevo Elías reaparecido, En aquellos días recibió en la Orden a cientos de boloñeses”. De haber permanecido en París u Orleans, la entrada de Domingo y su Orden en la capital del Sena, hubiera menos dificultosa y más fructífera.
Domingo había dejado en la primavera de 1218 un puñado de frailes en una hospedería cerca de la iglesia de Santa María de Mascarella, con una pobreza que rayaba la miseria y ahora encuentra un convento noble, espacioso, pobre y austero, junto a la iglesia de San Nicolás cedida por el párroco, haciendo incluso él mismo fraile predicador.
Se ponen los cimientos para hacer un Studium y formar a los futuros predicadores. Tres maestros de Derecho canónico, llegados de la prestigiosa universidad boloñesa, tres maestros en filosofía, un maestro seglar vinculado a la Orden con un voto, y muchos alumnos, jóvenes y hombres de ciencia maduros, quieren abrazar la disciplina de aquellos frailes modélicos.
Con ese plantel de hombres, sedientos de almas a las que salvar, se plantea la misión. Bolonia es el cuartel general para planificar la predicación en el norte de Italia. Los cátaros y albigenses se han refugiado allí, y se empieza a forjar una red de conventos... pequeños fortines de estudio, oración, predicación y vida en común: Bérgamo, Florencia, Verona, Milán, en apenas dos o tres meses; y antes de un año. Faenza, Parma. Lombardía es el centro de la Orden durante mucho tiempo. En en poco más de seis meses se alcanzará Hungría, Alemania, incluso Escandinavia.
Ningún sitio mejor que Bolonia, para organizar la Orden. ¿No era el centro del Derecho en toda la Cristiandad? Si en 1216 desde aquí se habían dictado las observancias para la vida cotidiana, era el momento, de detenerse a redactar las Constituciones.
Domingo, se establece en Bolonia. Sólo abandona la ciudad para ir a la Curia Romana. Allí vuelve para morir, y allí descansa su cuerpo hasta nuestros días.
Fray Luis Miguel García Palacios, O.P.
Subprior del Convento de San Pablo
Subprior del Convento de San Pablo