No, no estoy de broma. Si no, hurguemos en la historia. El pueblo judío tenía cada cincuenta años (después de 7 veces 7 años) uno dedicado a Dios, a la santificación y al gran perdón o perdonanza. Se iniciaba con el toque del cuerno del cordero llamado jobel, de ahí que el año se llame jubilar o jubileo, y no como decía un chaval el otro día si era un año para jubilados.
Así es, el Papa Francisco, nos llama a todos a un año jubilar dedicado a la Misericordia. Año Jubilar, que comenzará el 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, y se extenderá hasta el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, y que marcará muchos de los acontecimientos de nuestras parroquias y de nuestra diócesis durante este curso y parte del otro.
Y una muestra de que no solo es para los jubilados, el Papa llama de nuevo a los jóvenes a hacer jaleo y jubileo, en las parroquias y en el encuentro de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), en Cracovia, Polonia, del 25 al 31 de julio del 2016. Y lo hace recordándonos a todos las Bienaventuranzas, fundamento de nuestra espiritualidad y hoja de ruta de nuestro seguimiento como discípulos de Cristo en la Iglesia.
Así nos lo cuenta el Papa Francisco:
«He pensado a menudo en cómo la Iglesia puede poner más en evidencia su misión de ser testimonio de la misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Por esto he decidido convocar un Jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un año santo de la Misericordia, lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: “Seamos misericordiosos como el Padre”. (...) Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo».
Pues eso, que nos queda bastante trabajo a todos. Comencemos a ahondar en las raíces de la conversión personal y reavivemos el testimonio de la cercanía y la atención a los pobres, a los que sufren, a los marginados y a cuantos tienen necesidad de ternura, para que a todos pueda llegar, en nosotros, una muestra concreta de la misericordia de Dios y del cuidado de la Iglesia.
Ah, y no olvidemos que jubileo también es alegría, esa que nace de la esperanza que nos ofrece la fe y la caridad. Ánimo y adelante.
Antonio Gómez Cantero
Administrador Diocesano
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