No la fue fácil a santa Teresa conocer cuál era su vocación. Tampoco la fue cómodo y placentero llevar a realidad la llamada de Dios. Los capítulos III y IV del Libro de la Vida nos manifiestan la gran lucha que tuvo con el demonio y nos dice: “Estuve año y medio en este monasterio de Santa María de Gracia, de las Madres Agustinas. Comencé a rezar muchas oraciones vocales y a procurar con todas las monjas me encomendasen a Dios que me diese el estado en que le había de servir; mas todavía deseaba no ser monja que este no fuese Dios servirme de dármele, aunque temía el casarme”. Insiste la Santa en la lucha interior para lograr conocer el camino y librarse del infierno, aunque tuviera que pasar por el purgatorio. “Los buenos pensamientos de ser monja me venían algunas veses, y luego se quitaban y no podía persuadirme a serlo”.
Santa Teresa sigue expresando: “Y en este movimiento de tomar estado más me parece me movía un temor servil que amor. Poníame el demonio que no podría sufrir los trabajos de la religión en un convento, por ser yo tan regalada”.
Y, ¿qué pensaba su padre de la vocación para monja? Se lo dice con palabras que no admiten duda. Que cuando él se muera puede hacer lo que quiera e irse al convento que más quiera, mas no la daría permiso mientras viviera. Pero... total, se decide a irse monja. Para hacer el camino de su casa al convento, convence a su hermano Antonio para que la acompañe y que él se fuese fraile. A su hermano Rodrigo le lleva por la carretera de Salamanca con intención de llegar a tierra de moros y allí sufrir el martirio, y asegurarse el cielo y... para siempre, siempre.
¿Cómo fue la salida de casa dejando a su querido padre?... “Acuérdaseme que cuando salí de casa de mi padre, no creo será más el sentimiento cuando me muera; porque me parece cada hueso se me apartaba por sí que, como no había amor de Dios que quitase el amor del padre y parientes, era todo haciéndome una fuerza tan grande que, si el Señor no me ayudara ni bastaran mis consideraciones para ir adelante”.
“En tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”.
Germán García Ferreras
No hay comentarios:
Publicar un comentario