lunes, 13 de octubre de 2014

Indignidad

Nos dice la Doctrina Social de la Iglesia que «La autoridad debe reconocer, respetar y promover los valores humanos y morales esenciales. Estos son innatos, “derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir”. Estos valores no se fundan en “mayorías” de opinión, provisionales y mudables, sino que deben ser simplemente reconocidos, respetados y promovidos como elementos de una ley moral objetiva, ley natural inscrita en el corazón del hombre, y punto de referencia normativo de la misma ley civil». Y continua diciendo: «La autoridad debe emitir leyes justas, es decir, conformes a la dignidad de la persona humana y a los dictámenes de la recta razón: “En tanto la ley humana es tal en cuanto es conforme a la recta razón y por tanto deriva de la ley eterna. Cuando por el contrario una ley está en contraste con la razón, se le denomina ley inicua; en tal caso cesa de ser ley y se convierte más bien en un acto de violencia”».

Supeditar los principios, creencias y convicciones... “negociar” con los valores humanos y morales esenciales por razones estratégicas de presumibles réditos electorales... es una indignidad. Incumplir los programas electorales, que son un contrato moral con los votantes, es una indignidad. Y el que lo hace es indigno. Del latín indignus. Que no tiene mérito ni disposición para algo. O que es inferior a la calidad y mérito de alguien o no corresponde a sus circunstancias.

La muerte de seres inocentes nunca está justificada lo diga quien lo diga. El ser humano es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Y en esto no vale abstenerse. Las posibles soluciones no pueden ser siempre las mismas y tirando del eufemismo interrupción voluntaria del embarazo... para hablar de la muerte de un ser humano. Porque de esto se trata. ¿Hasta cuándo la matraca de que “el feto es ser humano pero no persona humana”?

Hemos perdido, de nuevo, en el Parlamento... lo ya perdido en la calle. El convencimiento de que el ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo.
Y tres cosas que he leído por ahí... y hago mías:

1. Que nos vaya quedando claro... ningún partido en España defiende los valores cristianos pues el “Ser Político” se pone por encima del “Ser Discípulo”, aunque entre sus filas haya quien se denomine cristiano. Es necesario exigir coherencia a los líderes políticos que se definen como tales.

2. Dijo Santa Teresa que “la Verdad padece, pero no perece”.

3. Estamos como estábamos. Ahora toca despertar y a hacer caso al Papa. Toca arremangarse y ponerse a ayudar -más y mejor- a las madres y a los padres en dificultades. Eso sí que está en nuestra mano.

Domingo Pérez

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