Ninguna de ellas ha estudiado diseño de interiores, decoración o arquitectura pero el día a día les ha llevado a realizar tareas de estas y otras materias. Hace escasos días, nos acercamos hasta la Casa de Espiritualidad Santa María de Nazaret para conocer las obras de reforma que las hermanas nazarenas han llevado a cabo para adaptar los servicios de esta casa a las necesidades de hoy en día. Y lo que más llama la atención es cómo estas religiosas han mejorado las instalaciones con sus propios recursos. Al finalizar la visita te queda un regusto de tener delante unas instalaciones confortables, acogedoras y con todos los servicios necesarios, pero sencillas y sin ningún derroche ni artilugio superfluo, algo inherente a una casa de espiritualidad.
Las Religiosas Nazarenas se han encargado de montar las sillas del salón de actos, confeccionar las cortinas de todas las habitaciones, pensar, idear, cavilar dónde ubicar cada imagen, cada nuevo tabique y tras las obras, limpiar cada dependencia, los restos de pintura... Quien haya vivido alguna obra de reforma en su casa, podrá imaginarse el trabajo que estas mujeres han tenido a lo largo de este año de obras. Y el resultado es una Casa de Espiritualidad que ofrece alojamiento a más de 60 personas, con habitaciones individuales y dobles, todas ellas con baño incorporado y en todas ellas, las hermanas depositan una Biblia y un folleto con la vida de su fundador el Beato D. Manuel González. Distintas salas de conferencias, salón de actos, lavadero, diversos oratorios, una capilla y un inmenso jardín que da la bienvenida a todos aquellos que se acercan a disfrutar unos días o una jornada en esta acogedora casa. Unas instalaciones accesibles a personas con discapacidad y con problemas de movilidad.
Próximamente las Hermanas acogerán a un grupo procedente de Francia de 120 personas. Allí vivirán unos días de retiro y convivencia y son las Hermanas encargadas de la cocina y del resto de tareas domésticas. Según nos cuenta la directora de la casa, la hermana Mercedes Valdajos “lo que queremos es que todos aquellos que se acerquen hasta nuestra casa, encuentren un ambiente familiar, se sientan confortables y cómodos”. Las personas que se hospedan aquí valoran mucho el hecho de que las distintas salas estén abiertas, y así pueden desde salir al jardín, entrar a orar en los oratorios que se encuentran en las plantas de las habitaciones o en la capilla, pasear, reflexionar, rezar... Una casa en la que tienes accesos a todos los servicios.
Un oasis de silencio, paz, serenidad, que invita a la oración y en el que reina la sencillez y el cariño que las hermanas ponen en cada tarea que realizan.
Natalia Aguado León
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