miércoles, 1 de noviembre de 2017

Los Santos, amigos de Dios y el Día de los Difuntos

Los santos se encuentran junto a Dios y están vivos. Éste es el sentido de la fiesta que celebramos el 1 de noviembre. Ellos no son indiferentes a la humanidad. Santa Teresa de Lisieux dijo: “Mi cielo consistirá en hacer el bien en la tierra”. Este es también el sentido de los milagros: son la prueba de la atención de un santo a sus hermanos los hombres. Por eso no nos sorprende que los milagros sean uno de los elementos necesarios para probar la santidad de una persona.

¿Quien es tu santo favorito?

¿San Francisco de Asís? ¿La beata Teresa de Calcuta? ¿Edith Stein? ¿San Pedro o san Pablo? ¿Santa Teresa de Jesús? ¿La Virgen María? ¿Teresita de Lisieux? ¿Damián de Molokai?
Intenta descubrir quién fue el santo o santa de quien tú llevas el nombre. ¿Cuándo vivió? ¿Qué hizo? ¿De quién es patrón? ¿Cuál es el símbolo que le caracteriza? ¿Cuál es su mensaje?

Día de los Difuntos

Desde el inicio del cristianismo, la Iglesia está convencida que los vivos deben rezar por los difuntos.
En este día se nos invita a los cristianos a participar en la eucaristía, este gran movimiento de solidaridad espiritual.

La multitud que acude los días 1 y 2 de noviembre al cementerio no es ajena al mensaje de esperanza de la Iglesia, aunque el recuerdo de los que ya no están pueda provocar en algunas personas tristeza y dolor. Recordar y rezar por nuestros seres queridos ya difuntos es parte de nuestra fe. Pero no olvidemos que ellos, en la comunión de los santos, pueden también interceder ante Dios por nosotros, ayudarnos en medio de nuestras dificultades terrenas y, en su día, ayudarnos a dar el paso definitivo hacia la vida con Dios.

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