¿Ser cristiano es un asunto privado?
[DOCAT 305] Nadie puede ser cristiano solo para beneficiarse personalmente de ello. Acercarse a Jesús, buscar su amistad y seguirlo significa también declararse públicamente a Él y atender a su llamada y a su misión para nosotros: «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa» (Mt 5, 14-15). Todos nosotros, que fuimos bautizados y confirmados, y aun sin ser llamados a ello como sacerdotes, diáconos, catequistas o profesores de religión somos mensajeros y testigos del Evangelio. Jesús nos dice: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15); «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Y para que la proclamación del Reino de Dios (y no de nosotros mismo) sea hecha con palabras y obras, Dios nos da los siete dones del Espíritu Santo.
En el Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia: [71]
[DOCAT 305] Nadie puede ser cristiano solo para beneficiarse personalmente de ello. Acercarse a Jesús, buscar su amistad y seguirlo significa también declararse públicamente a Él y atender a su llamada y a su misión para nosotros: «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa» (Mt 5, 14-15). Todos nosotros, que fuimos bautizados y confirmados, y aun sin ser llamados a ello como sacerdotes, diáconos, catequistas o profesores de religión somos mensajeros y testigos del Evangelio. Jesús nos dice: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16, 15); «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19). Y para que la proclamación del Reino de Dios (y no de nosotros mismo) sea hecha con palabras y obras, Dios nos da los siete dones del Espíritu Santo.
En el Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia: [71]
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