Hoy ofrecemos nuestra reflexión en torno al amor de Santa Teresa a la verdad con minúscula. Cierto que también tiene un maravilloso comentario a la doctrina evangélica: “Yo soy el Camino, la Verdad y La Vida”, cuando Jesús se nos ofreció como ejemplo a seguir y camino del que no debemos apartarnos.
Para Santa Teresa, humildad es andar en Verdad. Y orar es vivir la verdad de Dios que es la suma Verdad. Llega a tanto su amor a la verdad, con minúscula, que no diría ni la más pequeña mentira, aun cuando por esa mentira se salvase todo el mundo. Porque Dios es la misma Verdad. En todos sus libros tiene una doctrina admirable sobre la verdad y poniendo unos ejemplos que, facilmente aparece el amor de la Santa a Dios: Suprema Verdad.
En este mundo que “pisamos”, tan lleno de mentiras y falsedades... en el que la política no es sino la manera de engañar al contrario, más que al contrario, es al que no piensa como nosotros.
Comenta la Santa el comportamiento y las afirmaciones de Pilatos cuando en su Pasión le dijo qué era verdad y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad. Comenta la valentía de San Pablo aceptando la carcel antes que negar la verdad. Recuerda la valentía de la Magdalena para vivir la verdad ante los hombres que la conocían de tiempos anteriores.
Escribe en Las Moradas: “Saquemos de aquí, hermanas, que para conformarnos con nuestro Dios y esposo en algo, será bien que estudiemos siempre mucho de andar en esta verdad”. Y añade: “No digo sólo que no digamos mentira -que eso gloria a Dios, ya veo que traéis gran cuenta en estas casas con no decirla por ninguna cosa- sino que andemos en verdad delante de Dios y las gentes, procurando en todo sacar la verdad”.
Se lamenta de los predicadores que en sus sermones más buscan agradar a la gente y recibir alabanzas, que decir la verdad del evangelio, por más que les critiquen exponiéndose a la muerte por defender la justicia y la verdad.
En Camino de Perfección escribe: “Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman y todo lo bueno favorecen... no aman sino verdades y cosa digna de amor”.
Germán García Ferreras
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