(137) La Iglesia se llama apostólica porque, fundada sobre los Apóstoles, mantiene su tradición y es guiada por sus sucesores [857-860, 869, 877].
Jesús llamó a los Apóstoles como sus más estrechos colaboradores. Fueron sus testigos oculares. Después de su Resurrección se les apareció en varias ocasiones. Les concedió el Espíritu Santo y los envió como sus mensajeros autorizados por todo el mundo. En la Iglesia primitiva eran los garantes de la unidad. Su misión y poder los transmitieron, mediante la imposición de las manos, a los Obispos, sus sucesores. Así se hace hasta hoy. Este proceso de denomina Sucesión Apostólica.
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