La Pastoral Penitenciaria de la Diócesis ha abierto un espacio web. Un recurso para ver qué es lo que se hace en este importante espacio de la Pastoral diocesana que tiene por misión “anunciar la buena noticia del Evangelio en el mundo de las personas relacionadas con la privación de libertad”.
El anuncio del evangelio
Toda persona tiene derecho a que llegue hasta él el mensaje liberador del Evangelio de Jesucristo y el anuncio del perdón de Dios, que tanto puede significar para recuperar la conciencia de la dignidad personal e iniciar un proceso de conversión. Por eso, es objetivo esencial de la Pastoral Penitenciaria “promover la atención y el cuidado de la fe de quienes se sienten cristianos”, de “estar cerca” y “anunciar el evangelio a aquellos que buscan un sentido y una esperanza nueva en sus vidas”.
Evitar la marginación y exclusión social
La privación de libertad no ha de llevar consigo la condena del preso a la soledad y marginación. Uno de los sufrimientos más graves y que más dañan al preso es la experiencia de abandono, sobre todo cuando sus propios familiares, amigos y conocidos lo ignoran. Por ello se intenta “evitar la marginación social promoviendo el contacto y la comunicación con el exterior”, buscando que familiares y amigos se relacionen con ellos (visitas, correspondencia...) y “suscitar la preocupación y cercanía de la comunidad cristiana”.
Reeducación personal
Como toda persona, el preso es víctima de factores externos que han condicionado su trayectoria vital, y al mismo tiempo, esclavo y responsable de su propio desorden interior, de su conducta equivocada...
El anuncio del evangelio
Toda persona tiene derecho a que llegue hasta él el mensaje liberador del Evangelio de Jesucristo y el anuncio del perdón de Dios, que tanto puede significar para recuperar la conciencia de la dignidad personal e iniciar un proceso de conversión. Por eso, es objetivo esencial de la Pastoral Penitenciaria “promover la atención y el cuidado de la fe de quienes se sienten cristianos”, de “estar cerca” y “anunciar el evangelio a aquellos que buscan un sentido y una esperanza nueva en sus vidas”.
Evitar la marginación y exclusión social
La privación de libertad no ha de llevar consigo la condena del preso a la soledad y marginación. Uno de los sufrimientos más graves y que más dañan al preso es la experiencia de abandono, sobre todo cuando sus propios familiares, amigos y conocidos lo ignoran. Por ello se intenta “evitar la marginación social promoviendo el contacto y la comunicación con el exterior”, buscando que familiares y amigos se relacionen con ellos (visitas, correspondencia...) y “suscitar la preocupación y cercanía de la comunidad cristiana”.
Reeducación personal
Como toda persona, el preso es víctima de factores externos que han condicionado su trayectoria vital, y al mismo tiempo, esclavo y responsable de su propio desorden interior, de su conducta equivocada...
La Pastoral Penitenciaria quiere ayudar al preso a encontrarse consigo mismo con hondura y verdad, sin destruirse ni despreciarse a sí mismo; favorecer un proceso de renovación personal de autoestima y de recuperación del sentido de la vida, de maduración de su capacidad para la convivencia en medio de la sociedad. Y en todo esto colaborando con otros en la tarea reeducadora de los presos.
Reinserción y asistencia post-cárcel
La atención no termina en la prisión. La Pastoral Penitenciaria intenta facilitar la reinserción, poniendo a su servicio una Casa de Acogida en la que poder disfrutar de los permisos que el centro concede; y, al salir en libertad, si lo necesita, orientarlo hacia recursos institucionales a los que poder acudir. Esto se hace junto a Cáritas Diocesana.
¿Qué hace la Pastoral Penitenciaria?
- Al interior de la prisión: Presencia cotidiana en los módulos; Talleres de formación (Lectura Bíblica, lectura y valores, crecimiento y autoestima, manualidades y valores, Canto); Celebraciones de la Eucaristía; Facilitación de comunicación y relación familiar (envío de dinero a las familias, servicio de paquetes, sellos a presos sin recursos).
- Al exterior de la prisión: Casa de Acogida; Relación y comunicación con familias; Acompañamiento en los permisos, en el Hospital y en la libertad; Coordinación y sensibilización (Iglesia y sociedad).
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