El martirio de San Adrián. Óleo sobre lienzo. Anónimo castellano, tercer cuarto siglo XVI. Iglesia parroquial de Villacidaler. |
Nace hacia el año 250 en Nicomedia, (actual Turquía), en una rica familia pagana. Fue militar de alto rango del ejercito de Maximiano. Este decretó perseguir a los cristianos. Adrián, al comprobar la firmeza -a pesar del tormento- de los cristianos detenidos, dijo a los soldados: “añadid mi nombre al de estos, y anotad mi declaración: yo también soy cristiano”.
Al enterarse el emperador, trató de que renegase de la fe, pero Adrián se negó y fue encerrado. Su mujer, Natalia -cristiana clandestina- no dejó de ir a visitarlo y le pedía a él y a sus compañeros que se mantuvieran firmes ante los tormentos. Enterado el emperador de que algunas mujeres iban a curarlos y consolarlos, lo prohibió bajo pena de muerte. Pero Natalia se cortó el pelo y disfrazó de hombre para poder seguir ejerciendo la caridad. Descubierta, el emperador mandó que se les machacasen las piernas, rogando Natalia que comenzasen por su marido, y que, si fuese preciso, le cortasen las manos, como así hicieron.
El 4 de marzo del 280 San Adrián y sus compañeros sufrieron el martirio con entereza y dignidad. El Emperador mandó quemar los cuerpos para evitar que se venerasen como reliquias, pero Natalia guardó la mano de su esposo. Un tribuno pagano se enamoró de la viuda Natalia, y, trataron de convencerla de que accediera al matrimonio; pero ella lo rechazo y huyo.
Los restos de San Adrián se guardaron en Nicomedia y, en vida de Santa Natalia, se trasladaron a Constantinopla. Más tarde se llevaron a Roma el 8 de septiembre del año 300. Por eso en algunas parroquias se celebra la fiesta el 4 de marzo, y en otras el 8 de septiembre, o el 1 de diciembre, (muerte de Santa Natalia).
El arte le representa con la palma del martirio, con una mano o pie cortados, flagelándolo atado a una columna. La diócesis le tiene dedicadas las parroquias de Canduela, Pino de Viduerna, Ventanilla, Villacidaler y Villalbeto.
Texto: José Luis Calvo
Fotografía. Antonio Rubio
Oración
Concédenos, Señor, llenarnos de alegría al celebrar la fiesta de tu santo mártir Adrián, que murió con muerte gloriosa derramando su sangre por confesar con valentía la muerte y resurrección de tu Hijo; haznos a nosotros fuertes para confesar tu nombre en la adversidad y siempre. Por J. N. S. Amén
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