La Iglesia celebra la solemnidad de la Anunciación el 25 de marzo, pero este año, al coincidir con Lunes Santo se ha pasado al 8 de abril, cuando se celebra la Jornada por la Vida.
Celebramos el don precioso de la vida humana, especialmente en las primeras etapas tras su concepción. Y de manera especial, ante la falta de protección a la que hoy está sometida. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término. Nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el «derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente». La Iglesia proclama que «el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción» y, por tanto, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona.
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