La Resurrección, Palabra definitiva del Padre
Los discípulos de Jesús anunciaron muy poco después de la crucifixión que Dios Padre lo había resucitado, que quien habían visto en la cruz se les había mostrado vivo y que los había enviado a ellos a anunciarlo por todo el mundo. Además, tal era su convicción, que estaban dispuestos a morir por su mensaje.
Los discípulos de Jesús anunciaron muy poco después de la crucifixión que Dios Padre lo había resucitado, que quien habían visto en la cruz se les había mostrado vivo y que los había enviado a ellos a anunciarlo por todo el mundo. Además, tal era su convicción, que estaban dispuestos a morir por su mensaje.
La Resurrección constituye la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó, y la garantía de sus promesas. En la Resurrección de Jesús de entre los muertos, Dios Padre manifestó su fidelidad y se identificó plenamente con Jesús y su causa.
De la misma manera, la Resurrección es el comienzo del Reino de Dios anunciado por Jesús. Es la anticipación del final de la historia, ocurrida ya dentro de la historia. Con Jesús resucitado se inicia la acción de salvación definitiva divina.
La Resurrección de Jesús como Salvación
Hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su Resurrección nos abre el acceso a una nueva vida. Esta es, en primer lugar, la justificación que nos devuelve la gracia de Dios (cfr. Rm.4, 25) «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos... así también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4).
Realiza la adopción filial porque los hombres se convierten en hermanos de Cristo, como Jesús mismo llama a sus discípulos después de su Resurrección: «Id, avisad a mis hermanos» (Mt 28, 10; Jn 20, 17). Hermanos no por naturaleza, sino por don de la gracia, porque esta filiación adoptiva confiere una participación real en la vida del Hijo único, la que ha revelado plenamente en su Resurrección.
Por último, la Resurrección de Jesús y su entronización junto a Dios con poder divino no es para el Nuevo Testamento un acontecimiento aislado, sino el comienzo y la anticipación de la resurrección de los muertos. Jesús es el primogénito de los resucitados. En Él está la esperanza de nuestra futura resurrección: «Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron... del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Cor. 15,20-22).
La Resurrección, revelación del Misterio de Jesús
La Resurrección de Jesús es la confirmación y la revelación de lo que Jesús antes de la Pascua pretendía ser y era. Su historia y su destino son su explicación definitiva. Así se comprende que, sólo al final y tras la experiencia pascual, les resultara claro a los discípulos el pleno sentido de la pretensión y actuación prepascual de Jesús, su dignidad como hijo de Dios.
A Jesús se le llama «Señor» (Kyrios) en un himno muy antiguo recogido por San Pablo en la carta a los Filipenses (Flp. 2,5-11): «... de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda boca proclame que JESUCRISTO ES SEÑOR, para la gloria de Dios Padre».
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