El Papa recibió el pasado 26 de enero a los Superiores y seminaristas de tres Seminarios Pontificios regionales italianos que celebran el centenario de su fundación.
Refiriéndose a la formación de los seminaristas, Benedicto XVI subrayó que nuestro contexto cultural exige «una sólida preparación filosófico-teológica». Deben conocer y comprender «la estructura interna de la fe en su totalidad, de modo que ésta se convierta en respuesta a las preguntas de los hombres. (...) Además, el estudio de la teología debe mantener siempre un fuerte nexo con la vida de oración. (...) Es indispensable la integración armoniosa del ministerio, con sus múltiples actividades, y la vida espiritual del presbítero».
En este punto, el Papa citó su Carta a los seminaristas (oct. 2010), en la que escribió: «Para el sacerdote, que tendrá que acompañar a los demás a lo largo del camino de la vida y hasta la puerta de la muerte, es importante colocar en justo equilibrio corazón e intelecto, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y ser humanamente íntegro». Por ello, dijo es necesario prestar gran atención «a la dimensión humana de la formación de los candidatos al sacerdocio. En efecto, nos presentamos ante Dios con nuestra humanidad, para ser auténticos “hombres de Dios” ante nuestros hermanos. Quien quiere ser sacerdote debe ser, ante todo, un “hombre de Dios”. Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio y durante toda la vida sacerdotal es la relación personal con Dios en Jesucristo».
Para concluir, recordó unas palabras del Beato Juan XXIII: «Antes que sacerdotes cultos, elocuentes, puestos al día, se requieren sacerdotes santos y santificadores». Esta afirmación «es todavía actual, porque en toda la Iglesia (...) es más fuerte que nunca la necesidad de operarios del Evangelio que sean testigos creíbles y promotores de santidad con su propia vida».
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