sábado, 18 de febrero de 2017

Hambres

Hace muchos años tuve la fortuna de conocer y tratar a Mary Salas Larrazabal, una de las fundadoras de Manos Unidas y una de las grandes de la Iglesia en España en el Siglo XX. Ante lo que hicieron aquellas mujeres -y hacen sus herederas- me quito el sombrero. Y cada vez que vuelvo a Manos Unidas... me acuerdo de Mary.

Era de las convencidas de que en la batalla contra el hambre... nuestro principal enemigo es creer que no podemos vencer. Así lo decía el Manifiesto fundacional de Manos Unidas, cuando en 1960 un grupo de mujeres de la Acción Católica Española lanzaó la primera Campaña contra el Hambre en España, en respuesta a una llamada de la FAO a nivel mundial.

Y vivía convencida de que -y cito palabras suyas- el carisma fundacional de Manos Unidas «se resume en la lucha contra las tres hambres: hambre de pan, hambre de cultura y hambre de Dios. Las tres son importantes y ninguna se debe descuidar».

Porque todo depende del concepto de persona humana que tengamos. Y nosotros vivimos convencidos de que la persona esta «está compuesta de cuerpo, inteligencia y espíritu. Para el cuerpo tenemos necesidad de pan, para la inteligencia de cultura y para el espíritu necesitamos un plus de misterio y gratuidad».

Porque la cultura no será auténtica si se limita a cultivar la inteligencia sin abrir las puertas a un más allá que trascienda el mero conocimiento... «será un cultura chata que producirá personas mutiladas, centradas en el más acá sin apertura a un más allá».

Decía Mary que «el hambre de pan se experimenta directa y naturalmente» y debemos hacer lo posible por remediarlo. Que «el hambre de cultura debe despertarse en la mayoría de los casos». Que «el hambre de Dios puede sentirse de modo difuso pero es preciso lograr que se haga explícito». Y añadía que si renunciamos a saciar el hambre de Dios... a intentar hacer descubrir el hambre de Dios «sin la que no se llega a ser personas completas»... estaríamos renunciando a «una dimensión absolutamente necesaria para cubrir toda la personalidad humana aún las de los que nunca lleguen a descubrir la fe religiosa».

Estoy convencido de que vivimos rodeados de hambrientos... en países lejanos y aquí mismo. Hambrientos de pan, de cultura y de Dios. Incluso es posible nosotros también estemos sintiendo el hambre. Aunque lo sepamos.

Siguiendo el ejemplo de Manos Unidas... luchemos contra el Hambre.

Domingo Pérez

No hay comentarios:

Publicar un comentario