lunes, 7 de marzo de 2016

En recuerdo de Balbino

La Casa Sacerdotal se ha quedado muda. Se fue la palabra, la palabra larga y la sonrisa. Balbino se fue en dos días. Es verdad que andaba con médicos... pero nadie pensaba que iba tan rápido. Balbino llenaba la Casa.

Nacido en Paredes de Nava, hizo sus estudios sacerdotales en Palencia. Estrenó su sacerdocio en la Pernía: en Santa María de Redondo. Desde allí correteaba toda la Montaña; ni el clima, ni las carreteras le impedían relacionarse con sus muchos amigos. Bajó después a la Cueza: Quintanilla, Calzadilla... todo era acercarse a su tierra paredeña a la que tanto quería; por eso Villalumbroso fue su siguiente destino. Su término final fue Villasarracino, Villaherreros y Villadiezma, donde se realizó totalmente. Su casa siempre estaba abierta para sus muchos amigos.

Allí le traté un poco más. Le hacía sus vacaciones, Cofradías, y también le acompañaba en la Semana Santa. Pude apreciar a un sacerdote unido a su parroquia y una parroquia unida a su sacerdote. A todos cuidó y atendió. Su simpatía llegó a todos... en la Iglesia y en la calle.

También llegó a TV... llegó la periodista y le encontró celebrando la Eucaristía. En la Sacristía no cesaba de hablar, la periodista le dijo que se diera prisa y él contestó que “en Villasaracino nunca hay prisa...”.

Pasados unos años y metido en los 75 le dice el Prelado que ya era tiempo de cambiar porque llevaba muchos años en la misma parroquia. El celoso pastor le contestó que obedecería al Sr. Obispo “pero como dice que llevo muchos años, también necesito tiempo para dejarlo todo dispuesto”.

Así se vino a la Casa Sacerdotal donde sólo estuvo año y medio. Siempre amigo, amigo de todos en la Casa y fuera de la Casa. Entre los amigos quiero destacar a uno: parecían uña y carne, parecían gemelos, era su compañero de curso y de ordenación sacerdotal: Buenaventura García López.

Todos los días, al atardecer, salían juntos a pasear y después de visitar a la Virgen de la Calle. Alguien con mucha ironía hablaba de la “pareja invisible”.

Resumiendo diríamos de D. Balbino Pescador Gutiérrez siempre amigo, siempre sacerdote.

Alberto Ruiz Lanchares

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