viernes, 20 de febrero de 2015

Pasar bajo el manto de la Madre

Como manda la tradición -que quiero que dure muchos años- y la buena costumbre... en la tarde del 2 de febrero, Nuestra Señora de la Calle se llenó de un tropel de carritos de niño pequeño. Para pasar a las criaturas por el manto de «nuestra gloriosa Señora», como llamaba Santa Teresa de Jesús a la Virgen María. Para pedir protección para los pequeños y sus familias. Y muchos... para hacer con los hijos, lo que en su día hicieron con ellos.

Dice nuestro Obispo que esta “presentación de los niños en el Templo”, en la Fiesta litúrgica de la Presentación del Señor en el Templo... es uno de los actos  «más simpáticos y enternecedores» de la fiesta de la patrona de Palencia. Y yo estoy absolutamente de acuerdo con mi Obispo.

Un tropel de padres, madres y abuelos... para pasar bajo el manto de la Virgen María a los más pequeños «como signo sensible de la protección divina». Y dijo también, D. Esteban que «no se trata solamente de confiar a la Virgen María nuestros hijos, pues tenemos que ser también nosotros guardianes suyos» y que «la madre tiene que ser el centro del hogar con su ternura»... y que «el padre no debe cejar de sus funciones, no puede abandonar los niños al cuidado de la madre»... y que «los abuelos muchas veces tienen que hacer, supliendo la labor de los padres, de catequistas, de enseñar a los niños los fundamentos de vida y las primeras oraciones».

Madres... que -como dice el Papa Francisco- son las que transmiten la fe. Pues «una cosa es transmitir la fe y otra es enseñar las cosas de la fe». Y son las mujeres las que principalmente transmiten la fe. Porque «aquella que nos ha dado a Jesús es una mujer. Es el camino elegido por Jesús. Él ha querido tener una madre: el don de la fe pasa por las mujeres, como Jesús por María».

Padres... que deben saber transmitir también «la cercanía, la dulzura y la firmeza». Un padre presente, no ausente en la familia... «que sea cercano con la mujer, para compartir todo, alegría y dolores, fatigas y esperanzas, y que sea cercano a los hijos durante su crecimiento: cuando juegan y cuando se empeñan en algo, cuando están despreocupados y cuando están angustiados, cuando se expresa y cuando están taciturnos, cuando son atrevidos y cuando tienen miedo, cuando dan un paso equivocado y cuando reencuentran el camino».

Padres y madres “presentes” que no “controladores”... pues «los padres demasiado controladores anulan a los hijos, no les dejan crecer». Padres y madres pacientes... pues «muchas veces no hay que hacer nada más que esperar, rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad, misericordia». Padres y madres que saben «atender y perdonar, desde lo profundo del corazón» ... pues corregir no es de ser padres débiles ya que «el padre sabe corregir sin desanimar y al igual sabe proteger sin descanso».

La familia. Fuente de toda fraternidad. Fundamento y camino primordial para la paz. Lugar privilegiado para transmitir la fe. Hogar. Calor. Amor.

Domingo Pérez

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