viernes, 25 de noviembre de 2011

La Cárcel

Una noche oscura y fría del 18 de noviembre de 1959. A las seis y media del día siguiente, si no llegaba el indulto, Santiago Viñuelas de 41 años padecería la pena de muerte a garrote vil. Yo le acompañaba preparando su encuentro con Dios Padre. No llegó el indulto desde Madrid y se aplicó la correspondiente pena valiéndose de dos verdugos. Desde entonces, en mi pastoral sacerdotal siempre han estado presentes los presos... tanto hombres como mujeres. Aun hoy, en Palencia, muchas semanas duermo con presos de la cárcel de Dueñas, donde hay de más de sesenta naciones. Estamos en la Casa de Acogida de Cáritas.

La cárcel es la palabra evangélica: “Venid benditos de mi Padre, porque estuve en la cárcel y me visitasteis”. La cárcel es una palabra paulina, desde la cárcel escribió san Pablo su segunda carta a Timoteo: “Por esta causa sufro también estas cadenas; pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi fe”. La cárcel es una palabra mística. En la cárcel escribió San Juan de la Cruz el Cántico Espiritual y el famosísimo poema de la “Fonte que mana y corre”.

San Juan de Ávila estuvo un año en la cárcel. Desde allí escribió a unos amigos de Écija... “porque así como las tribulaciones de Cristo abundan en nosotros, así por Cristo es abundante nuestra consolación. Cuán honrados somos en ser deshonrados por buscar la honra de Dios. Cuán blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios abiertos para recibir a los heridos en la guerra por Él”.

Allí escribió el libro que le ha valido su Doctorado de la Iglesia: Audi filia... “escucha hija, que es Dios quien habla al alma enseñándola el lenguaje del mundo, demonio y carne. El lenguaje del espíritu”.

A Fray Luis de Granada le dijo que en la cárcel aprendió en pocos días más que en todos los años de su estudio. El médico de Alcalá de Guadaira le había denunciado a la Inquisición por lo que decía en sus sermones, por predicar “que la mujer puede hacer limosnas sin permiso de su marido” y que “Dios se comunica a las mujeres”. 

Germán García Ferreras

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