sábado, 17 de febrero de 2018

La Capilla de Santa Lucía



La Capilla de Santa Lucía está ubicada a los pies de la nave norte de la catedral. Se utilizó de Sala Capitular mientras se construía la que definitivamente iba servir para estos fines. Adquirió una gran importancia tras el patronato de Francisco de Ribadeneira, quien solicitó al Cabildo en 1569 dicha capilla para su recinto funerario y en 1582 fue instalado tal y como atestigua la inscripción en una de las pilastras del banco, después de haber sufrido una serie de reformas que introdujeron cambios iconográficos y estilísticos.

La familia Ribadeneira continuó desarrollando sus actividades promotoras en el siglo XVII, entre ellas la construcción del retablo de las Lágrimas de San Pedro por encargo del Arcediano de Palencia Hernando de Ribadeneira, que fue limosnero y capellán de Felipe III. En su interior un interesante lienzo que representa a San Pedro, arrepentido y lloroso. El santo delante de una gruta y de un paisaje colorista y luminoso aparece sentado. Probablemente la pintura fue realizada en Valladolid. Este óleo guarda relación con el que realizara con este tema José Ribera en 1621 y responde a uno de los valores que la cultura contrarreformista estaba intentando imponer: el del arrepentimiento a través de la confesión.
 
En los pies de la capilla, bajo un pequeño altar-hornacina, está situado el monumento funerario del canónigo D. Blas de la Rua y Bustamante que mantenía magníficas relaciones con los Ribadeneira, con quien estaba emparentado. En la zona baja aparece una cartela en la que se hace un resumen de la biografía de este canónigo que fue un benefactor de la catedral; dejó a la fábrica, entre otros bienes, 300 ducados para la manutención de la capilla. Por encima, existe una hornacina, flaqueada por dos festones, en cuyo interior aparece una buena talla de la Inmaculada, de mediados del S. XVII.
 
El retablo de Santa Lucía procede del monasterio de la Santa Espina y fue comprado por el patrono de la capilla a la iglesia de Castromonte (Valladolid), colocándolo en torno a 1581. Esto explica que aparezcan santos benedictinos entre la iconografía del retablo, y que el estilo arquitectónico es plateresco de hacia 1550.
 
En la hornacina central del retablo se encuentra la imagen de Santa. Lucía, posterior al retablo, de gran belleza. Es obra de Manuel Álvarez, de la escuela de Alonso Berruguete. Esta santa se extrajo los ojos como prueba de su fe y la Virgen le hizo brotar otros de mayor belleza, por lo que se la considera patrona de las enfermedades oculares.
 
En el suelo hay numerosas lápidas de enterramiento de los fundadores.
 
La puerta de la sacristía, donde hoy está ubicado un inconveniente aseo, es de nogal del estilo de Manuel Álvarez, tiene bajorrelieves con temas de virtudes, dotados de un elegante movimiento.

Amador Valderrábano


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