Y os confieso que voy a tener muchas veces en la mente... y poco a poco en el corazón... esta oración que nos dejó escrita. Esta Oración de la Perseverancia.
Domingo Pérez
¡Madre nuestra!
¡Una petición!
¡Que no nos cansemos!
Sí, aunque el desaliento
por el poco fruto nos asalte,
aunque la flaqueza
nos ablande,
aunque el furor del enemigo
nos persiga y nos calumnie,
aunque nos falte el dinero
y los auxilios humanos,
aunque nuestras obras
se vinieran al suelo
y tuviéramos
que empezar de nuevo...
Firmes, decididos, alentados,
sonrientes siempre,
con los ojos de la cara
fijos en el prójimo
y sus necesidades
para socorrerlos;
y los ojos del alma
fijos en el Corazón de Jesús
que está en el Sagrario,
ocupemos nuestro puesto
el que a cada uno
Dios nos señala...
¡Madre nuestra!
¡Que no nos cansemos!
¡Nada de volver la cara atrás!
¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de estériles lamentos!...
Mientras que nos quede
una gota de sangre
que derramar,
unas monedas que repartir,
un poco de energía
que gastar,
una palabra que decir,
un aliento de nuestro corazón,
un poco de fuerza
en nuestras manos,
en nuestros pies,
que puedan servir
para dar gloria a Él y a Ti,
y para hacer un poco de bien
a nuestros hermanos...
¡Madre mía, por última vez!
¡Morir antes que cansarnos!
Amén.
¡Una petición!
¡Que no nos cansemos!
Sí, aunque el desaliento
por el poco fruto nos asalte,
aunque la flaqueza
nos ablande,
aunque el furor del enemigo
nos persiga y nos calumnie,
aunque nos falte el dinero
y los auxilios humanos,
aunque nuestras obras
se vinieran al suelo
y tuviéramos
que empezar de nuevo...
Firmes, decididos, alentados,
sonrientes siempre,
con los ojos de la cara
fijos en el prójimo
y sus necesidades
para socorrerlos;
y los ojos del alma
fijos en el Corazón de Jesús
que está en el Sagrario,
ocupemos nuestro puesto
el que a cada uno
Dios nos señala...
¡Madre nuestra!
¡Que no nos cansemos!
¡Nada de volver la cara atrás!
¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de estériles lamentos!...
Mientras que nos quede
una gota de sangre
que derramar,
unas monedas que repartir,
un poco de energía
que gastar,
una palabra que decir,
un aliento de nuestro corazón,
un poco de fuerza
en nuestras manos,
en nuestros pies,
que puedan servir
para dar gloria a Él y a Ti,
y para hacer un poco de bien
a nuestros hermanos...
¡Madre mía, por última vez!
¡Morir antes que cansarnos!
Amén.
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