Queridos Reyes Magos de Oriente... Don Melchor, Don Gaspar y Don Baltasar:
Espero que al recibir la presente estén Ustedes bien, a.D.g., y ya tengan casi todo preparado para la noche del 5 de enero. Por aquí estamos bien... ilusionados con las Navidades. Las calles ya llevan un tiempo iluminadas, ya hemos visitado muchos belenes... y escribiendo las cartas con nuestra peticiones.
Yo, personalmente, creo que he sido bastante bueno y me he portado bien en el año que finaliza. Creo recordar que la mayoría de las noches de este año que finaliza me he dormido con la conciencia bastante tranquila... y eso es buena señal. Pero no quiero pedirles nada para mí. Tráiganme ustedes lo que consideren oportuno o justo. Ya les muestro mi agradecimiento de antemano.
Pero, les cuento... que resulta que el otro día estaba yo trabajando... y escuché voces en el patio del Palacio Episcopal. Y asomé a la ventana y me encontré a un buen grupo de pequeñines. Se habían acercado desde un vecino colegio... el Blas Sierra... a ver el Museo Diocesano. Ahí les tienen... bien abrigaditos porque hacía frío. Me han dicho que se lo pasaron muy bien.
Como les decía antes... no quiero pedirles nada para mí. Mejor... les pido a ustedes unas cuantas cosas para estos “minúsculos”... y para todos los que son como ellos.
Me gustaría pedirles, en primer lugar... que sean felices. Que en su vida noten con mucha intensidad el amor de los que les rodean. De sus padres, de sus abuelos, de sus tíos, de su familia, de sus vecinos... de toda la gente que les conoce... y de la gente que ni sabe quiénes son.
Me gustaría pedirle que no les falte nada de lo básico. Que en sus casas no falte el alimento, el vestido, el calzado, la calefacción, el agua y la luz. Que a sus padres no les falte el trabajo... No les pido que les sobre, pero no me gustaría que les faltase.
También quiero pedirles que en su vida haya lugar para la educación y para el juego. Que jueguen mucho, pero mucho mucho... y que aprendan mucho. Que sus maestros y maestras sigan viviendo su trabajo con ilusión y vocación. Y que les enseñen lo que es importante en la vida... y para la vida. Bueno... esto también me gustaría que se lo enseñasen en casa.
Y también me gustaría pedirles que los mayores hiciéramos que el mundo en el que están creciendo sea cada vez más humano. Que a ello nos ocupemos todos... desde el que tiene mucha responsabilidad... hasta el anónimo que nadie conoce. Me gustaría que pensáramos todos más en los demás y menos en nosotros mismos.
Y una última cosa. No sé si estos pequeñines van son amigos del Niño Jesús. También el pido que en el colegio, en casa o en la catequesis descubran que la amistad del pequeño nacido en Belén... es el mejor regalo que pueden recibir. Que la cuiden, que la hagan crecer, que la conserven, que la hagan llegar a otros amigos...
Y nada más... que para la noche del 5 de enero dejaré preparadas unas pastas, un poco de café con leche y agua para los camellos.
Y que les quiero mucho. Y que espero su llegada.
Domingo Pérez
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