San Vicente Ferrer. Su fiesta se celebra el 5 de abril

Escultura en madera policromada, escuela castellana. Autor: Tomás de Sierra. Primer tercio S. XVIII. Museo de San Pedro. Cisneros.

Nace en Valencia el 23 de enero de 1350. Sus padres le educaron cristianamente, no sólo con la palabra sino con el ejemplo. A los 17 años había ya terminado con éxito sus estudios de filosofía y teología. Ingresa en el convento de los dominicos de Valencia y es ordenado sacerdote en 1375, coincidiendo con el comienzo del Cisma de Occidente que dividió a los cristianos en dos obediencias: a Roma y a Aviñón. Inicialmente reconoce al Papa Luna como legítimo, del que fue confesor, pero al comprobar que a éste le interesaba poco la unidad de la Iglesia le abandona y recorre Europa animando a reyes y príncipes a reconociesen al Papa de Roma.

Auténtico difusor del mensaje cristiano, predicaba en plazas, caminos, campos e iglesias. Convirtió a muchos judíos y musulmanes en España... y se dice que en muchos pueblos de Tierra de Campos -Paredes de Nava entre ellos- convirtió en un solo día a toda la judería.

Sus prédicas duraban más de dos horas, y antes se preparaba con cinco horas orando para pedir la conversión de los pecadores. Dormía en el suelo, ayunaba frecuentemente e iba de una ciudad a otra a pie. Fustigaba sin miedo las malas costumbres, el escándalo, la vanidad, la riqueza convertida en ídolo, la concupiscencia, la blasfemia y la no asistencia a la misa dominical. A pesar de la fama, siempre fue humilde y pobre.

El predicador más famoso del siglo XV murió en Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419. Fue canonizado en 1455 por el Calixto III.

El arte le representa vestido de dominico, con una trompetilla en una mano y con un dedo de la otra levantado en señal de vehemente predicador.

De las muchas las tallas del santo que poseen las parroquias de la diócesis, destaca la de Alejo de Vahía, del Museo de Becerril y las del museo de San Pedro de Cisneros.

Texto: José Luis Calvo

Fotografía: Antonio Rubio

Oración

Señor Dios Nuestro, que has querido infundir en San Vicente Ferrer tu admirable doctrina, concédenos, por su intercesión, permanecer fieles a ella y seguir su ejemplo. Por J.N.S.