El pasado martes, 15 de abril, se celebró en la S.I. Catedral la Misa Crismal... A lo largo del año, cada sacerdote en su parroquia o comunidad cristiana, ejerce su ministerio. Pero, una vez al año, en medio de las celebraciones de la Semana Santa, encontramos al Presbiterio diocesano reunido... para renovar los compromisos sacerdotales, para bendecir y consagrar los óleos con los que se santificará al pueblo de Dios durante el resto del año y para sentir el encargo de llevar en común la misión que Cristo les ha confiado en la Iglesia de Dios que peregrina en Palencia.
Mons. Esteban Escudero quiso dedicar su homilía a reflexionar «sobre qué podemos hacer mejor, guiados por el Papa Francisco» pues «su llegada a la Sede de Pedro ha supuesto una nueva ilusión y un nuevo empuje en la marcha de la Iglesia universal. El abundante magisterio que nos ha transmitido en los escasos trece meses como obispo de Roma, no sólo con sus escritos, sus homilías diarias en la capilla de Santa Marta y las catequesis en las audiencias de los miércoles, sino también con los gestos de su vida, como su sencillez, su cercanía a la gente, su confesión ante todos de hace unos días o sus largos ratos de adoración, constituyen una llamada apremiante para todos nosotros a comenzar una nueva etapa de la vida de la Iglesia, marcada por una mayor fidelidad al evangelio de Nuestro Señor Jesucristo».
El prelado palentino recordó la entrevista publicada en la revista “Razón y Fe”, en la que el Papa Francisco manifestaba: «Yo sueño con una Iglesia Madre y Pastora. Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela al prójimo. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes».
El Papa está convencido de que las grandes reformas en la Iglesia requieren tiempo y se ha propuesto sentar las bases, poco a poco, para una nueva etapa de evangelización en el mundo. No es que estemos en una época de cambios, sino que nos encontramos en un cambio de época... y por ello, puede ser que ya no valga el “siempre se ha hecho así”. Y así en la Evangelii Gaudium nos invita a la transformación misionera de la Iglesia: «Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades».
Hemos de vencer la actitud egoísta del escapar de cualquier tipo compromiso, del pesimismo estéril del que parte con conciencia de derrota, de la mundanidad espiritual de quienes sólo buscan el bienestar personal, o del clericalismo de los laicos que impide la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico. En definitiva, es necesario un nuevo compromiso pastoral y sociocaritativo. La Iglesia debe hacer una decidida opción preferencial por los pobres, entendida en el sentido amplio de la palabra.
Todo ello, unido al compromiso de todo el Pueblo de Dios como anunciador del Evangelio. Se necesitan evangelizadores abiertos al Espíritu... y es necesaria una renovación de la vida espiritual de los fieles cristianos y de los sacerdotes.
Como dice el Papa «desde el punto de vista de la evangelización, no sirven ni las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón... La Iglesia necesita imperiosamente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía».
La renovación misionera es inseparable de la renovación espiritual, de los fieles y especialmente de los sacerdotes. Una renovación que debe asentarse en la Oración, la Palabra de Dios, la Eucaristía y y la Penitencia sacramental. Cuando alguna de estas cosas falla, como nos señala el Papa Francisco «se termina inevitablemente por perder de vista el sentido auténtico del propio servicio y la alegría que deriva de una profunda comunión con Jesús».
La celebración del Jubileo de Santa Teresa -de cara a reflexionar e intensificar la dimensión espiritual del ministerio sacerdotal- y el estudio de la Evangelii Gaudium -de cara a la renovación pastoral que Papa Francisco, está intentando llevar a cabo en su Iglesia- serán buenos instrumentos para el curso próximo.
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