27 de enero de 2013 - III Domingo del Tiempo Ordinario
- Neh 8, 2-4a. 5-6. 8-10. Leían el libro de la Ley, explicando el sentido.
- Sal 18. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
- 1Cor 12, 12-30. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
- Lc 1, 1-4; 4, 14-21 Hoy se ha cumplido esta Escritura.
Comenzamos este domingo el evangelio según San Lucas. La lectura de hoy tiene dos partes: los primeros versículos corresponden al prólogo, y los restantes narran la primera aparición pública de Jesús. Según explican los especialistas, Lucas no era judío, ni había sido testigo ocular de los hechos que narra, y se dirige a una comunidad que vive fuera de Palestina, con la intención de escribir “una exposición ordenada”, de lo que sucedió desde el principio, tras consultar “a los que fueron testigos oculares y ministros de la palabra” -tal como dice en el prólogo. A lo largo de este año leeremos páginas bellísimas, tanto en lo literario como en el contenido, de un libro que algunos autores calificaron como “el más bello libro que existe”.
Pasando a lo que constituye el centro del relato evangélico de hoy Lucas, después de hacer referencia a los comienzos a su acción evangelizadora, nos presenta a Jesús en la Sinagoga de Nazaret. Esta visita es fundamental para el evangelista, pues le permite presentar cuál es el proyecto de Jesús, para darnos una síntesis de lo va a ser su mensaje y su vida; se trata de una escena programática.
Lucas anuncia también en este texto programático el camino de la Iglesia y las condiciones de seguimiento del resucitado. Que estimule ya desde el comienzo del año litúrgico nuestra identidad con él, haciendo nuestras sus opciones de vida, y en su nombre anunciar la Buena Noticia, como compromiso en el Año de la Evangelización.
“La visita a la sinagoga de Nazaret, le permite a San Lucas presentar el proyecto de Jesús de Nazaret: se trata de una escena programática”. ¿Por qué no leer completo el evangelio de San Lucas?
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