jueves, 22 de marzo de 2018

Preguntémonos por las causas



Con mucha facilidad tendemos a generalizar, a encasillar a la gente en estereotipos (“los gitanos son...”, “los negros son...”, “las mujeres...”, “los políticos...”, etc.). Son atajos que cogemos, conclusiones rápidas y cómodas a las que recurrimos para no tener que hacernos preguntas y pensar.
 
Con las personas que están en prisión tendemos a hacer lo mismo. Metemos a todos en el mismo saco, sin preguntarnos por las causas que están en el origen del problema, sin pensar suficientemente qué causas han empujado a determinada persona a cometer tal o cual delito por el que ahora está en prisión. Las generalizaciones no hacen justicia a la realidad, que siempre es más compleja.
 
Los problemas que vemos en una prisión nos indican qué problemáticas no resueltas hay en la sociedad. No sería exagerado afirmar lo siguiente: Dime qué ves en la prisión y te diré qué sucede en la sociedad porque, por lejos de las ciudades que se construyan las prisiones, estas no dejan de ser una parte de la sociedad en la que terminamos encerrando y aislando a personas y, con ellas, problemas sociales. Veamos algunos de las problemáticas sociales más importante que están influyendo para que algunas personas terminen en prisión.
 
1. En el origen de muchos de los delitos está la droga. El tráfico de droga, casi siempre de pequeñas cantidades; el robo para comprarla, la violencia por deudas, por ajustes de cuentas; la violencia en el entorno familiar y social provocado por la alteración de la conciencia a causa del consumo... etc. Más del 40% de los delitos tienen alguna relación con la droga. Una droga legalizada que suele actuar como desencadenante de delitos violentos es el alcohol.
 
2. Sorprende ver a tantas personas con enfermedad mental en prisión. Más del 50% de las personas privadas de libertad padece alguna patología mental. Muchas de ellas sufren una enfermedad mental severa. Las preguntas son inevitables: ¿Es la prisión el lugar en el que deben estar? ¿Qué es más importante, la persona o el delito? ¿Qué hicimos la sociedad para prevenir y evitar que muchas de estas personas terminaran así? ¿Y el día que salgan en libertad qué, quién se hará cargo? En este momento, las prisiones cumplen tareas de suplencia de los Servicios Sociales. En muchos casos, la respuesta social a la enfermedad mental ha pasado del ámbito de las políticas sanitarias al ámbito de las políticas de seguridad ciudadana.
 
3. La cárcel siempre ha tenido que ver con la exclusión social. La cárcel forma parte del mundo de la exclusión social. Detrás de muchas de las personas que están en prisión hay pobreza económica, pobreza cultural y marginalidad social. Hay personas que nada más nacer ya cuentan con un porcentaje alto de entrar en prisión cuando sean mayores. Barrios periféricos donde conviven la pobreza económica, la desestructuración familiar, la cercanía y cotidianidad de la droga, la ausencia de perspectivas de integración social en la sociedad mayoritaria, etc.
 
Cada día comprobamos cómo los Medios de Comunicación no ayudan a ver la realidad y a preguntarse por las causas sociales que explican esta realidad. Al contrario, en el afán por ganar audiencia, únicamente interesan aquellos casos en los que se han cometido algún terrible delito. Pero la realidad nos dice que la mayoría de las personas que están en prisión no han cometido delitos de especial gravedad por su violencia, delitos que tengan que ver con el terrorismo, el abuso y la agresión sexual y los homicidios.

Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Palencia

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