miércoles, 7 de junio de 2017

Tiempo Pascual y Memoria de San Manuel

Es el Tiempo Pascual, tiempo muy propicio para las celebraciones eucarísticas, ya que celebramos que Jesús resucitó y sigue vivo entre nosotros.

Le vieron y palparon con gran sorpresa y alegría sus discípulos, quienes después de haberle visto padecer el cruel tormento de su pasión y muerte, y de ser sepultado tuvieron el inmenso gozo de verle resucitado, y nuevamente sentir su presencia viva y real, cuánta felicidad sentían cuando se hacía presente en medio de ellos. 

Precisamente, en la primera celebración del gran Triduo Pascual, el día de Jueves Santo, conmemoramos la institución de la Eucaristía, ese grandioso gesto que tuvo el Señor de quiere seguir vivo entre nosotros, bajo las especies sacramentales del pan y el vino. 

También el domingo de Pascua de Resurrección, en muchas de nuestras comunidades cristianas, Jesús, realmente vivo en la Custodia, sale en procesión, para rememorar el encuentro con su Santísimas Madre, momento en verdad emocionante, después de la noche amarga del dolor, llegó la aurora luminosa de la Pascua. 

Y como en la tarde-noche del Jueves Santo, son tantos los acontecimientos importantes que se conmemoran, digamos que se queda corta para agradecer al Señor el gran don de la Eucaristía, yu es, finalizado ya el Tiempo pascual y como colofón del mismo, cuando la Iglesia celebra con toda la solemnidad, la festividad del Corpus Christi, de nuevo, Jesús en la Custodia, sale por calles y plazas de nuestros pueblos. Gran manifestación de fe la de ese día, apareciendo así su presencia viva en el Sagrario.

Y qué bien entendió este gran misterio San Manuel González, que con su palabra y su pluma en vida, proclamó sin cesar, y aún desde su sepulcro, sigue proclamando y promoviendo el amor a Jesús, hecho alimento y presencia viva en el Tabernáculo.
 
La reciente canonización de este gran misionero eucarístico debería ser un revulsivo que nos impulsase a visitarle con más frecuencia en nuestros templos, donde pacientemente, y en soledad tantas veces, espera nuestra compañía reparadora, deseoso de derramar sus gracias y bendiciones sobre la humanidad, que además, tanto necesita de su bondad y misericordia.
 
¡Y qué valiosa la obra de San Manuel González en favor de todos, como apóstol de los sagrarios abandonados!
 
Mª Concepción Gutiérrez

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